Apologética en la Liturgia de la Palabra
Lunes, XVI Semana del T. Ordinario
Lecturas del día: Mi 6, 1–4, 6–8; Sal 49, 5–6, 8–9, 16–17, 21, 23; Mt 12, 38–42.
Comentario:
El papa Francisco, predicando sobre el texto evangélico de hoy, advierte acerca del peligro de lo que él llamó, el “síndrome de Jonás:” “lo que el profeta tenía en su corazón. Él «no quería ir a Nínive y huyó a España». Pensaba que tenía las ideas claras: «la doctrina es ésta, se debe creer esto. Si ellos son pecadores, que se las arreglen; ¡yo no tengo que ver! Este es el síndrome de Jonás».”(1)
Esta acusación advierte la tendencia facilista de algunas sectas, y también, de muchos católicos, de refugiarse y esconderse de las exigencias morales y fundamentales de la vida cristiana, atrincherándose en el reducto de una fe ideologizada y teórica; como ocurre con el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, que no se cunden las manos en socorrer con sus astronómicos ingresos financieros ni siquiera a sus propios miembros en las congregaciones locales; y otras, como los adventistas y los mormones, que usan la “caridad” sólo como artificio o trampa para seducir y hacer proselitismo, sobre todo cuando las personas se ven más frágiles e indefensas. Son también generaciones rebeldes, que inventan atajos para eludir la obligación bautismal de la comunión, la obediencia eclesial, la unidad en la fe, y el servicio desinteresado e incondicional a los más necesitados.
Este síndrome también infesta a muchos católicos. La apologética que sólo reparte conocimiento doctrinal para rebatir protestantes, ¿de qué sirve, cuando luego las personas ceden ante el abordaje de las sectas que llegan a ellos, no sólo con citas bíblicas, sino con medicina, atención humanitaria, oración, consuelo y compañía? El modo de las sectas hacer tropezar a los católicos obliga a los aficionados a la apologética a llevarle a las personas dos escudos de protección, y no uno solo: DOCTRINA E IGLESIA; CONOCIMIENTO Y FRATERNIDAD. Hospitalitos de la Fe está creando Comunidades Eclesiales Misioneras en lugares periféricos de las Parroquias, donde los vecinos van pasando a ser hermanos y se congregan semanalmente para atender ambas necesidades: la caridad y el conocimiento de la Sana Doctrina.
Algunos caen al otro extremo, reducir su ser cristiano a solo asistencialismo social, repartiendo comida, ropa, bienes materiales; sin nutrición o educación alguna del pueblo de Dios en la fe católica, en el conocimiento de Cristo.
Cristo, la Señal que muchos se oponen a reconocer
Jesús se presentó como alguien más grande que Jonás y que Salomón, que cualquiera de los profetas, reyes y sacerdotes del antiguo Israel; también es más grande y superior que los arcángeles (cf. Hb 1, 1-4): ¿quién es Cristo? ¡CRISTO ES DIOS! Saltó a mi mente la actitud y doctrina de los Testigos de Jehová y otras sectas que falsifican y distorsionan la persona de Cristo para no admitir su naturaleza Divina y no someterse a su voluntad.
¿No es propenso el hombre, acaso, a la dificultad de poder ver y reconocer a Dios, en Cristo, hombre; o viceversa? ¿Ver, en Cristo, hombre a Dios? Pidamos, pues, el don de la fe para ser auxiliados de la limitada posibilidad, de la sola razón, de comprender la excelencia y grandeza de los misterios divinos: Cristo, una sola persona y dos naturalezas plenas en Él: Dios y hombre verdadero.
Para compartir:
1.- ¿Qué actitudes y tendencias llevan al cristiano a ideologizar a Dios?
2.- ¿Qué características deben estar presentes en una apologética completa?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
Fuente:
1] Documento en línea: P. FRANCISCO, En Santa Marta; Lunes, 14 de octubre de 2013.