Apologética en la Liturgia de la Palabra
Las PERLAS FINAS, y la PERLA DE GRAN VALOR (Mt 13, 45)
Domingo XVII del Tiempo Ordinario, solemnidad.
Lecturas del día: 1Re 3, 5, 7–12; Sal 118, 57. 72. 76–77. 127–130; Rm 8, 28–30; Mt 13, 44–52
¿Qué significan estas perlas presentadas por Cristo en el evangelio de hoy?
Dice el Señor, en Mt 13, 45, que el Reino de los cielos se parece a un comerciante de perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
Según vemos en Orígenes (1) (n. 185, en Alejandría; – m. 254, en Tiro, actual Líbano), esta parábola se trata de las perlas y la perla, perla que adquiere el que lo ha dado todo y ha aceptado perderlo todo; perla a propósito de la cual dice Pablo: «Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo» (Flp 3, 8).
Al decir ‘todo’ – señala Orígenes – se refiere a las perlas finas; y, al decir, ‘con tal de ganar a Cristo’, apunta a la única perla de gran valor.
Y, ¿Cuáles pudieran ser esas perlas finas?
Orígenes se remite nuevamente a las cartas de Pablo, donde el apóstol compara la gloria entre la Ley judía y Jesucristo, diciendo:
«Que si el ministerio de la muerte, grabado con letras sobre tablas de piedra, resultó glorioso hasta el punto de no poder los hijos de Israel fijar su vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, aunque pasajera, ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu! Efectivamente, si el ministerio de la condenación fue glorioso, con mucha más razón lo será el ministerio de la justicia» (2Co 3, 7-9).
Para Orígenes, las perlas finas representan el ministerio y todo cuanto derivaba del Decálogo y todas las prescripciones antiguas judías; y, la perla de gran valor, el rostro de Cristo, su Palabra, sus enseñanzas, sus mandatos, sus ordenanzas.
¿Qué debemos hacer? ¿Qué nos pide Jesucristo?
Que, reconociendo lo gloriosas que eran las ordenanzas derivadas de la antigua Alianza, del Decálogo antiguo junto a todos sus preceptos, los dejemos atrás, renunciemos a ellas, y nos quedemos con la perla más valiosa, la nueva Alianza, la persona de Cristo, sus mandatos, su Palabra. Dice san Pablo, que aquel antiguo ministerio, aunque era glorioso, era sin embargo, un ministerio de letra que mata (cf. 2Co 3, 6), como lo encontramos en el episodio de la mujer adúltera a quienes los sumos sacerdotes iban a apedrear porque así lo mandaba la Ley (cf. Jn 8, 3-6).
Esta parábola debe hacer recapacitar a muchos sectarios que viven haciendo tropezar a los cristianos, pretendiendo adquirir la perla de gran valor, sin desprenderse de las perlas finas, son los que viven repitiendo ‘Cristo, Cristo, Cristo’, pero no quieren soltar mandatos y ordenanzas judías que no son para los cristianos, sino para el pueblo de las 12 tribus de Israel, tales como: la ley del Diezmo, de las comidas impuras, del sábado, entre otras.
También apunta esta evangelización, a hacer recapacitar a muchos católicos que, diciendo seguir a Cristo, no renunciamos a la vida de pecado, a las perlas finas que el mundo nos ofrece, en el placer, el poder o el tener.
Fuente:
1-. Orígenes, Comentario sobre el Evangelio de san Mateo: Las perlas finas conducen a la perla de gran valor; https://www.deiverbum.org/mt-13_44-52/
Elaborada por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
Para compartir:
1-. ¿Cuáles son las perlas finas de las cuales hace comentario Orígenes, que debemos dejar atrás para adquirir la perla de gran valor y entrar en el Reino de los Cielos?
2-. ¿Cuáles podrían ser esas perlas finas que no terminamos de soltar para adquirir la Perla de gran valor?