Apologética en la Liturgia de la Palabra
EL DIOS QUE GUÍA A SU PUEBLO
Sábado, XV Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Santa María Magdalena, Memoria obligatoria.
Lecturas del día: Ex 12, 37-42; Sal 135, 1. 23. 24; 10. 12; Mt 12, 14-21
Comentario:
En la escucha de la Palabra de Dios de este día, las lecturas que recibimos nos comparten dos escenas interesantes: la Salida de las Tribus de Israel y el Seguimiento de la muchedumbre que acompañaba a Jesús. Ambos momentos nos muestran la forma de ser propia de Dios: pronto a la Salvación y dispuesto a la compasión.
En este sentido, la Salida de Egipto fue tan importante en la vida del Pueblo elegido que se convirtió en el acontecimiento Salvífico por excelencia: el resto de los libros del Pentateuco, los Profetas, los Salmos y los demás escritos del Antiguo Testamento así lo expresan constantemente. Por esta razón, es que cuando Jesús se presenta ante el Pueblo y sus acciones milagrosas se presentan como signo y presencia del Dios Liberador, muchos lo siguieron entusiasmados.
Sin embargo – y es aquí donde se encuentra la peculiaridad del texto evangélico de hoy – Jesús nunca se mostró como un Libertador Guerrero y Vengador que aplastaría a los Enemigos de Israel, como los Jueces, o como un Nuevo Rey según los esquemas mundanos de opresión y sangre, sino que su modo fue el del «Siervo de Yahwéh«, descrito en el Libro de Isaías, del cual San Mateo toma el fragmento correspondiente al Primer Cántico en la versión de los LXX, cap. 42, 1 – 4.
De esta manera, a la Luz de estos textos, los Apóstoles y los Primeros Cristianos vieron cómo las Escrituras se cumplieron en Jesús y cómo todo lo que Él hizo y enseñó fue confirmado por su Muerte y Resurrección.
Por tanto, si Dios guía a su Pueblo, si Cristo es nuestro Buen Pastor y si Él nos ha convocado para ser sus Discípulos, no podemos hacerlo según nuestros criterios y conveniencias, según nuestros planes y opiniones. Este es el gran pecado de quienes, teniendo un Ministerio proveniente de la Sucesión Apostólica (Obispos), o derivado de Ella (Presbíteros y Diáconos), actúan mundanamente, hiriendo y escandalizando al Rebaño de Cristo o confundiéndolo con opiniones contrarias al Evangelio. Y con mucha mayor razón es el pecado de quienes se han autonombrado «Pastores» separando a las ovejas entre sí y dándoles pastos artificiales, cuya apariencia es verde, pero cuya esencia es plástica y desechable y que no brindan Vida Eterna.
Que cada uno de nosotros vuelva a Cristo, pues sólo conducidos por Él podemos participar de su Gloria, en este mundo y en la eternidad de su Reino, el Reino que nos compró a Precio de su Sangre ya que por sus llagas hemos sido salvados.
Para compartir:
1.- ¿Cómo sigues al Señor en tu vida diaria y corriges el rumbo si te has extraviado?
2.- Si ejerces algún Ministerio ¿Sigues a Cristo para que otros lo sigan, o estás en actitud de manipulación de la Palabra de Dios?
Elaborado por:
P. Christopher Cortés, mfc
