Lunes, VII Semana T. Ordinario
*Lecturas del día:* Stgo 3, 13–18; Sal 19, 8–10, 15; Mc 9, 14–29.
*Comentario:*
Leyendo y meditando la primera lectura de hoy (Stgo 3, 13—18), donde nos enseña que quien viene de Dios no trae consigo ambición ni maldad, sino que, la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica, indulgente, dócil, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía; no pude evitar que viniera a mi mente un caso ocurrido, apenas semanas recientes, en mi Parroquia de Santa Ana del Táchira, Venezuela, con una organización de una secta protestante que se había hecho de la administración del estadio de fútbol, y de una escuela de enseñanza de este deporte para los niños de la población. Parecía ser una escuela de fútbol y salió otra cosa.
Los padres y sus niños eran convocados a reuniones para tratar asuntos de la práctica deportiva; y, al llegar, no trataban nada de lo agendado, sino que se dedicaban solamente a hacer su “culto” directamente con los representantes y los niños, en su gran mayoría católicos. Los niños acudían en masas porque, además de las prácticas de entrenamiento de fútbol, les ofrecían actividades recreativas con aparatos inflables para jugar y saltar, les repartían comidas, uniformes… Y la gente, que en esta población sufre de hambre y de mucha escasez, especialmente de gas combustible para cocinar, acudía a participar.
Los padres de familia que iban allí manifestaron sus quejas con los dirigentes y también con mi hermano el padre Domingo Pernía, párroco de esta comunidad, porque se veían engañados, manipulados e irrespetados; pues aquella organización había tomado las instalaciones, las prácticas deportivas, la repartición de comida y otras actividades, para engañarlos y, con ello, meter gente a su secta.
Mi hermano sacerdote organizó y realizó una procesión con el Santísimo Sacramento por esas instalaciones como gesto de manifestación de la fe y de la Iglesia Católica en ese lugar. Pocos días luego, la organización protestante fue destituida por la organización internacional de fútbol para la cual trabajaba, por malversación de fondos y por no haber cumplido una serie de compromisos adquiridos.
Soy consciente de que la corrupción y el engaño es un mal extendido también en muchos católicos, y que ha sido muy denunciada por su santidad, el Papa Francisco; pero, es útil y justo reseñar y dar a conocer este hecho para hacer ver que no es como muchos protestantes les hacen ver a sus seguidores: que de ese lado no hay pecado alguno, que todos son santos intachables y que toda la mugre de pecado está del lado de los católicos.
*Para compartir:*
1) ¿Conoces casos semejantes al relatado en esta publicación?
2) ¿Crees que viene de Dios una “iglesia” que niegue tener pecadores?
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc