Domingo, XXVI del T. Ordinario
*Lecturas del día:* Ez 18, 25–28; Sal 24, 4–9; Flp 2, 1–11; Mt 21, 28–32.
*Comentario:*
¿Qué te dirige en la vida? ¿Lo que te dicte la verdad?, o ¿lo que te dicte el corazón? Aquí es donde se separan y se distancian de Cristo muchos de sus discípulos: unos, que viven para hacer la voluntad de Dios, y otros, que pretenden someter a Dios y a los demás a su propia voluntad.
Al meditar la parábola del evangelio de hoy, vinieron a mi recuerdo testimonios de ex protestantes que por muchos años siempre decían _“¡Jamás y nunca seré católico!”_ y después de un tiempo, obedeciendo al Señor, por el amor a la verdad, se hicieron católicos. También recuerdo a miembros de sectas protestantes que, habiendo reconocido la fe católica como la fe verdadera y que en su secta enseñan mentiras, se mantienen separados de la Iglesia y aferrados a su secta.
*¿Por qué actúan así?*
Unos son como el hijo que primero dijo “no” a su deber, y luego obedeció; y, otros, le hacen más caso a sus intrigas y sentimientos, que a la verdad.
*¿Por qué ser fieles a la verdad?*
Quien lo hace no camina detrás de una ideología o de emociones que primero ilusionan y luego oprimen y frustran. Ir tras la verdad es ir a Cristo. Él dijo de sí mismo: _“Yo soy el camino, la verdad y la vida”_ *(Jn 14, 6).* De nuestra distancia con la verdad, es nuestra distancia con Cristo; a Él nos unimos si a la verdad la abrazamos, y de Él nos separamos si a la verdad traicionamos para ir a complacer los sentimientos.
*¿Es malo seguir lo que nos dicen los sentimientos?*
¡Hay que tener mucho cuidado con lo que se siente!, ya que, así como no todo lo que se piensa viene de Dios, tampoco todo lo que se siente es de Dios. Preguntemos, qué siente, a alguien esté consumiendo droga o excediéndose en el consumo de licor, y sin duda nos dirá que eso es lo máximo.
Dijo Jesús a su apóstol Pedro: _“Apártate, Satanás. Tú no piensas como Dios sino como los hombres.”_ *(Mt 16, 23)* Así como Cristo sacudió a Pedro por su modo diabólico de pensar, también nos puede sacudir a nosotros por nuestro modo torcido de sentir.
¡Claro que sí tenemos permitido sentir! Podemos y debemos sentir como hijos de Dios, y no como instrumentos del maligno. El cristiano renuncia a sus sentimientos mundanos para adquirir los sentimientos de Cristo y, en consecuencia, actúa como Él. Así nos lo pide san Pablo en su carta a los Filipenses: _“Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo”_ *(Flp 2, 5)* Él nos dio el ejemplo dejando a un lado sus prerrogativas de condición divina para así cumplir la misión de hacerse uno como nosotros y salvarnos.
Aquí reside, en muchísimos casos, la diferencia entre un verdadero católico y la gran mayoría de los hermanos protestantes. Cuando un hermano protestante deja a un lado las inclinaciones de su corazón y sus deseos personales y sigue fielmente la verdad, termina, incluso contra su propia voluntad, haciéndose católico. Por caminos muy distintos, es siempre el mismo motivo por el cual tantos ex protestantes hoy son católicos; todos dicen: _»no tuve otra opción, el camino a la verdad me trajo a la Iglesia que yo tanto desprecié y a la que siempre me negué aceptar.”_
*Para compartir:*
1.- _¿Qué sucede en la fe cuando en lugar de seguir la verdad nos arrastran los sentimientos?_
2.- _¿Qué sentimientos son los que debe tener un verdadero cristiano?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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