Diálogo inspirado en el encuentro entre el
Etíope y Felipe en Hch 8, 26-40
ETÍOPE: ¿Cómo es eso, Felipe? Si por todas partes veo gente que lleva la Biblia en la mano y no son católicos.
FELIPE: Ese es el asunto, amigo. Y te va a sorprender esta cruda verdad. Sé que a ellos les costará mucho admitirlo, pero no hay manera de mentir al respecto. Comprendo lo difícil que debe ser para ellos aceptar esto, sobre todo cuando empeñaron ya su palabra de no volver a ser católicos. Es muy duro para un ser humano, para un adulto, aceptar públicamente que se equivocó. Muchos prefieren seguir adelante aún sabiendo que cometieron un error. Le temen mucho al rechazo, al que dirán y a doblegar su propio orgullo.
ETÍOPE: Un hermano esperado me estuvo explicando que la Biblia es Palabra de Dios porque así aparece en 2Tim 3,16, donde dice: “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en ‘el bien’ (la justicia)”. También me señaló que a raíz de esa cita bíblica sólo la Biblia es la única norma de doctrina, fe y conducta; que así lo enseñó Lutero y por eso no hacía falta ni el Papa, ni los Obispos, ni los sacerdotes; que cada uno puede, en consecuencia, interpretar por su cuenta la Biblia y fundar su propia Iglesia.
FELIPE: Poco a poco se irá dando e irá creciendo una profunda crisis en muchas sectas y grupos que atacan y rechazan unirse a la Iglesia Católica cuando se enteren que con 2Tim 3,16 San Pablo sólo se refirió al Antiguo Testamento y exactamente, al canon alejandrino con los siete libros Deuterocanónicos. Podrán corroborar con fuentes y documentos que con dicha cita bíblica San Pablo nunca dijo que el Nuevo Testamento es Palabra de Dios porque el Nuevo Testamento aún no existía. Varios libros del Nuevo Testamento aún no se habían escrito y tal vez ni el mismo Pablo se llegó a imaginar que sus cartas iban a ser incorporadas como parte del canon. Todos reconocen que los libros del Nuevo Testamento son inspirados por Dios, pero ahora tendrán que averiguar quién tomó la decisión y con qué autoridad declaró que esos libros son inspiración divina. Será allí, en el estudio, en la profundización, en el encuentro con los documentos y las fuentes para hallar la respuesta, cuando sentirán el gran sacudón de sus vidas y en sus doctrinas; donde sólo los honestos y los fieles a Jesucristo actuarán conforme a la verdad y públicamente se reconocerán católicos. Otros decidirán permanecer negándose a declararlo por no querer renunciar a intereses particulares.
Vayamos al tema y pongamos un ejemplo: Si tú eres el autor de un libro con el cual se fundan organizaciones o un movimiento internacional y en una ciudad muy lejana encuentras a alguien leyendo y defendiendo ese libro con total pasión. ¿Cómo calificarías tú a esa persona?
ETÍOPE: Yo diría que esa persona está conmigo, comulga con mis ideas, aunque no me conozca aún, y pertenece a mi organización. Además, es probable que me abrace de la emoción y me dé las gracias por el libro si se entera que soy el autor del mismo.
FELIPE: Lo mismo ocurre con la Biblia; millones la usan y al defenderla radicalmente como Palabra de Dios están defendiendo, en consecuencia, a la institución que la elaboró, organizó y presentó como Palabra de Dios ante el mundo. De tal manera que estas personas pertenecen a esa organización sin saberlo; es decir, pertenecen a la Iglesia Católica. Muchos se dirían sorprendidísimos: “No puede ser que yo pertenezca realmente a esa Iglesia que tanto ataco y que me cae tan mal”. Es de lógica sencilla comprender esta deducción; negarlo sería equivalente a querer tapar el sol con un dedo.
ETÍOPE: Tu argumento es bueno, pero ¿de dónde sacas tú que la Iglesia Católica es la responsable de la organización de la Biblia y de su proclamación como Palabra de Dios para que todos los hombres la recibieran?
FELIPE: La respuesta está en la historia. Fue en el Concilio de Roma del año 382 d.C.[1], bajo el pontificado del Papa San Dámaso I, que la Iglesia Apostólica instituyó el Canon Bíblico. Se emprendió el proceso con la lista del Nuevo Testamento de San Atanasio de Alejandría (295–373 d.C.), un Obispo que fue bautizado siendo niño. La lista de libros del Antiguo Testamento declarada como inspirada por Dios fue la Versión de los LXX o canon alejandrino. Esta versión fue traducida del griego al latín por San Jerónimo (la Vulgata) por encargo del mismo Papa San Dámaso I, que en la práctica sería la primera Biblia en el sentido concreto y pleno de la palabra. Posteriormente los Concilios regionales de Hipona del 393, de Cartago del 397[2] y de Cartago del 419, sancionaron definitivamente dicho canon. En el último de estos concilios estuvo presente San Agustín. En el año405 d.C esta lista fue enviada por el Papa San Inocencio I al Obispo Exupero de Tolosa (en la Galia, hoy Francia), donde aparece el canon bíblico con los 73 libros ya existentes[3]. El Concilio de Trento (1546) cerró el tema sobre el canon bíblico ratificando el listado del Concilio de Cartago en el 419 d.C. declarándolo dogma de fe.
El proceso para la elaboración y aprobación del canon bíblico definitivo duró treinta y siete años (382- 419 d.C.) y todo fue realizado por la sucesión apostólica proveniente de los doce Apóstoles, es decir la gente que conformaba para entonces la Iglesia Católica.
Los reformistas Carlostadio (1520), Martín Lutero (1534) y Calvino (1540), de manera unilateral, tomaron la decisión de retirar del Antiguo Testamento los siete libros llamados Deuterocanónicos. Sorprende como tres hombres puedan considerarse de mayor autoridad bíblica, histórica y eclesial que varios Concilios de la Iglesia Apostólica, y que existan luego muchos que tomen sus decisiones personales como si éstas fueran doctrina de Jesucristo.
Fijémonos en un detalle muy particular de admirar; la Iglesia que nuestros hermanos esperados llaman PAGANIZADA fue capaz de hacer algo tan SANTO que los mismos que la llaman pagana lo disfrutan y no lo agradecen: LA IGLESIA CATÓLICA NOS DEJÓ COMO REGALO Y HERENCIA LA SAGRADA BIBLIA. Es quizá una de las acciones y decisiones más trascendentes e importantes que la Jerarquía de la Iglesia Católica ha tomado en toda su historia. No queda más que decirle, con todo cariño y respeto, a los hermanos que se encuentran separados de la Iglesia Católica lo siguiente: ¿Están decididos a seguir utilizando y reconociendo la Biblia como Palabra de Dios? Entonces reciban mi abrazo, pues ustedes y nosotros somos hermanos católicos. ¿Ustedes también creen que la Biblia es la Palabra de Dios? Bienvenid@s. Están en Casa.
ETÍOPE: ¿Eso quiere decir que, por ejemplo, si un día decido desconocer y oponerme a las decisiones y decretos de los Papas y los obispos debo, en consecuencia, abandonar también el uso de la Biblia? En adelante debería negar que en la Biblia está la Palabra de Dios.
FELIPE: Exacto, amigo; tú mismo lo has dicho. Además, muchos que se oponen abiertamente a la Iglesia Católica deberían pregonar por todas partes que la Biblia es lo más pagano existente sobre la faz de la tierra, pues fue obra de la Iglesia fundada por Constantino. Sacarían cuentas y argumentarían que ya habían transcurrido 106 años de paganización, de idolatría (313-419 d.C.) Deberían decir consecuentemente que no reconocen la Biblia como Palabra de Dios aduciendo que fue hecha por la Iglesia de Constantino y que no es de Jesucristo.
Deberían decir que el NUEVO TESTAMENTO es 100% CATÓLICO puesto que en 2Tim 3,16Pablo sólo se refirió al Antiguo Testamento como canon inspirado por Dios. Dirían todavía más, que se distancian de Pablo porque usó como Palabra de Dios los 7 libros del Antiguo Testamento escritos en griego, que ellos rechazan en sus biblias.
EL CATÓLICO AVESTRUZ (Resumen del tema)
ETÍOPE: A ver si comprendí todo lo que me enseñaste. Se me ocurre resumir este tema con la historia del CATÓLICO AVESTRUZ.
FELIPE: je je je, ¿Cómo es eso?, Cuéntame!
ETÍOPE: Podemos decir entonces que la vida de muchas sectas es semejante a una obra de teatro: en la vida real son CATÓLICOS pero ingresaron a la obra de teatro de alguna iglesia, se aprenden de memoria el guión de algunas citas bíblicas y luego salen al público para decir que no son Católicos. Pero son algo así como el avestruz que para esconderse mete la cabeza en la arena y todo el mundo les ve su cuerpo. Así ocurre aquí: meten su cabeza en una secta para avisar que ya no son católicos pero todo el mundo les ve que llevan la Biblia en la mano.
FELIPE: Me dejaste sin palabras, Etíope.
[1] Edición del DENZINGER – SCHOENMETZER n. 179
[2] DS n. 186
[3] DS nos. 1502-1505
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