Jueves, XXVII Semana del T. Ordinario
Lecturas del día: Gál 3, 1–5; Lc 1, 69–75; Lc 11, 5–13
Comentario:
¿Sientes dificultad en hacer las oraciones que usa la Iglesia Católica? ¿Pasaste algún tiempo asistiendo a reuniones en lugares no católicos donde te dijeron que para orar no era necesario repetir frases compuestas por otros, sino que, al contrario, debías de orar siempre de manera espontánea porque las oraciones repetidas eran vanas? ¿Te mostraron algún texto en la Biblia donde aparezcan de modo explícito tales afirmaciones? No, ¿verdad?
¡Nunca encontrarás en la Biblia algún pasaje que prohíba repetir oraciones!
Tal vez te hicieron leer Mt 6, 7, donde Jesús dijo: «Y, al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.
Repetir oraciones y repeticiones vanas son dos cosas muy diferentes. Una cosa es palabrería para buscar la manera de ser escuchados, y otra muy diferente es repetir oraciones con dolor, con esperanza, con amor, con ruego, con sinceridad, o con gratitud.
Tanto es que Cristo no prohíbe repetir oraciones, que en la misma Biblia tenemos:
En Mt 6, 9, Él mismo nos hizo y nos mandó a hacer la oración del Padre Nuestro: «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás….” Siempre que la hagamos debemos repetir sus palabras sin alterarlas.
En el huerto de Getsemaní Él nos enseñó, con su ejemplo, a orar repitiendo las mismas palabras (cf. Mt 26, 36-44; Mc 14, 32-39).
Y, en el cielo, _“los cuatro Vivientes (…) repiten sin descanso día y noche: «Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, «Aquel que era, que es y que va a venir».» (Ap 4, 8)
Algo muy importante y necesario a tener en cuenta en la oración del cristiano es la perseverancia, la lucha, el esfuerzo para combatir y vencer las huestes del maligno que acechan contra la disciplina y la fidelidad a los preceptos de Dios. Por ello, a menudo el cristiano se ve ante retos y tentaciones que lo obligan a redoblar su esfuerzo, para alejar al demonio y hacer la voluntad de Dios a pesar de que nos cueste mucho. A razón de ello es que hoy en el evangelio nuestro Señor nos llama a insistir, a no abandonar, a redoblar el esfuerzo en la oración; ya que es sabido, que cuando la vigilancia duerme los ladrones entran y roban; y, en cambio, cuando el vigilante permanece despierto, al ladrón se le hace más difícil entrar a hacer el mal.
Llama la atención que, para aprenderse de memoria las citas bíblicas, los mismos protestantes aconsejan repetirlas muchas veces. No se dan cuenta que cada vez que el católico reza el Padre Nuestro, o el Ave María, está haciendo exactamente eso. Se aprende de memoria los textos bíblicos de la oración más importante que nos enseñó el Señor (Mt 6, 9-14); y las gloriosas palabras de los momentos más sublimes de la encarnación del Hijo de Dios en el vientre de la santísima Virgen María (Lc 1, 28. 42)
Para compartir:
1.- ¿Qué diferencia existe entre repetir oraciones y hacer oraciones vanas?
2.- ¿Qué se guarda detrás del hacer creer que no sirve de nada repetir oraciones?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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