Apologética en la Liturgia de la Palabra
SUPERMERCADO DE DOCTRINAS
Viernes, XXIV Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas del día: 1Tm 6, 2–12; Sal 48, 6–10. 17–20; Lc 8, 1–3.
Comentario:
La primera lectura de hoy nos pone en alerta ante muchas doctrinas y caminos que bombardean al hombre actual para atender necesidades cotidianas, poniendo en peligro su salvación eterna.
Con la justificación de obtener dinero, pulula hoy un supermercado de teorías, prácticas, y productos de todo género, que se venden como bondadosas y altruistas. Es impresionante la variedad de estas tendencias; por mencionar sólo algunas como: constelaciones familiares, cursos de milagros, reiki, yoga, feng shui, quiromancia, coaching, transmigración de las almas, vibración y polaridad, astrología, espiritismo, hechicería, gnosis, masonería, halloween.
A esta lista, debemos sumar la espantosa proliferación de nuevas pseudo-iglesias cristianas donde puede observarse hasta lo menos imaginable: prácticas de boxeo, prácticas de tiro, orgías, esquizofrenias colectivas, o gritar a todo pulmón: “DINEROOOOOO, VEN A MÍÍÍÍÍ…!” Se dice que el mismo Martín Lutero llegó en cierto momento a afirmar:
“Hay tantas sectas y opiniones como cabezas. Éste niega el bautismo; aquél, los Sacramentos. El de más allá cree que hay otro mundo entre el nuestro y el día del juicio. Unos dicen que Jesucristo no es Dios; otros dicen lo que se les antoja. No hay palurdo ni patán que no considere inspiración lo que no es más que sueño y alucinación suya” (1).
¿Qué el culto al Maligno produce grandes beneficios a los que lo practican? Ciertamente el príncipe del mal lleva a sus súbditos a sumar riqueza, prosperidad, abundancia; pero, sin importar el precio ni el medio como todo ello se obtenga, dejando a su paso una estela de mentira, atropello, engaño, manipulación, injusticia y robo.
Ante lo anterior nos anuncia la Palabra de Dios:
“Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está cegado por el orgullo y no sabe nada; sino que padece la enfermedad de las disputas y contiendas de palabras, de donde proceden las envidias, discordias, maledicencias, sospechas malignas, discusiones sin fin, propias de gentes que tienen la inteligencia corrompida, que están privados de la verdad y que piensan que la piedad es un negocio. Y ciertamente es un gran negocio la piedad, con tal de que se contente con lo que tiene. (…) Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos sufrimientos. Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas; corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura. Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella solemne profesión delante de muchos testigos” (1Tm 6, 3-12).
¡Seamos prudentes y firmes! Somos responsables de la salvación de nuestras almas y las de aquellos a quienes Dios nos ha confiado. De todo ello se nos pedirá cuentas en el tribunal de Cristo.
Fuente:
(1) Grisar, Hartmann. Lutero. [books.google.com.co/books?id=mxWBsInccSgC&pg=PA23&lpg=PA23&dq=]
Para compartir:
1.- ¿Cómo es la fe en el ambiente o entorno donde vives, unido o dividido? Descríbelo
2.- Lee la primera lectura y responde: ante la proliferación de falsas doctrinas y de las sectas, ¿qué debemos hacer para proteger de engaños nuestra fe?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc