Apologética en la Liturgia de la Palabra
Jueves, XVI Semana del T. Ordinario
Lecturas del día: Jer 2, 1–3, 7–8, 12–13; Sal 35, 6–11; Mt 13, 10–17.
Comentario:
Cuando era niño, recuerdo, que apenas veía una escultura o una pintura donde aparecía Cristo en la cruz, o resucitado, o la del Sagrado Corazón; y luego, recibía de mi familia la enseñanza de que Cristo murió en la cruz y resucitó, era muy fácil que relacionara, después, toda cuanta imagen de Cristo encontrara con algún episodio bíblico específico de la vida de Jesucristo. Dígase igual con las imágenes de la virgen María o de los santos y las biografías sobre cada uno de ellos.
Pero, me sorprende, y aún tengo presente esa perplejidad. ¿Cómo es que hay personas que alardean de usar más la Biblia que los católicos, de saber más de Dios que nadie, y cuando ven una representación visual de Cristo, aseguran que eso es un demonio, un «matacho,» un simple yeso, una abominación? ¿Qué clase de enfermedad sufrirán sus ojos que no les deja, ni siquiera, comprender el sentido de la representación visual de los textos bíblicos que tanto dicen amar y defender, y que están hermosamente expuestos en cuanta imagen hable de Cristo?
Estas preguntas las podemos responder profundizando las lecturas bíblicas de la Liturgia de hoy.
Dijo el Señor, acerca de ellos:
“viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane.” (Mt 13, 13-15).
Leyendo, por ejemplo, en Jr 2, 8, que los sacerdotes no se decían: «¿Dónde está Yahvé?»; que los peritos de ley no le conocían, que los pastores se rebelaron contra Dios y los profetas profetizaban por Baal, y en pos de los Inútiles andaban; los protestantes deberían darse cuenta que la condena del pecado de la idolatría recae es sobre la desviación de los hombres declarar y confesar, interior o públicamente, a quienes los pueblos y reyes paganos declaraban oficialmente como dioses suyos. Tienen tan embotada la mente y la conciencia, que no distinguen la diferencia radical entre una imagen de Baal y una de Jesucristo o una de sus Santos.
El pueblo católico, y toda persona que rinda devoción en su casa, o públicamente, a una imagen cristiana, siéntase totalmente aludido por estas palabras, tan halagadoras, que les dirige el mismo Jesucristo: «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron” (Mt 13, 16-17). Son éstos, los que han aprendido y confiesan que Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. “Que nadie, pues, piense que Dios se ha equivocado viniendo a los hombres a través de un hombre. Se ha encarnado entre nosotros para ser visto por nosotros.” (1)
Para compartir:
1.- ¿Por qué hay más gozo en muchos católicos que contemplan a Cristo en una cruz, que aquellos sólo se limitan a leer la Biblia?
2.- ¿Qué clase de enfermedad es afecta a quienes ven demonios en cualquier imagen cristiana?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
Fuente:
1] Documento en línea: San Pedro Crisólogo, obispo; “Sermón: Dios se hizo cercano en Cristo”
Serm. 147; PL 52, 594-596. https://www.deiverbum.org/mt-13_10-17/