Martes, I Semana. Tiempo de Cuaresma
Comentario:
Nuestros hermanos católicos, frecuentemente, se ven asediados por una serie de afirmaciones que los ponen a dudar de nuestra fe terminan aceptando como verdad un error protestante. Precisamente, la liturgia de hoy nos trae para argumentar cómo orar y si debemos o no, repetir palabras.
En el evangelio Jesús nos dice: “Cuando recen, no usen muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso”. (Mt 6,7). Fíjense que habla de usar muchas palabras y en otras traducciones “vanas repeticiones”, entre ellas, la Biblia Reina Valera, de la cual toman literalmente la frase, pero hay un detalle que no toman en cuenta, y se refiere a esas palabras sin sentido, esas frases que salen de la boca más no del corazón. ¿No son ellos, en su mayoría, los que repiten decretos hasta el cansancio y hacen un espectáculo para orar? (Mt 6,5). ¿No van decretando y exigiendo a Dios una vida próspera y sin dificultades, llamando espíritus del demonio a toda tribulación o enfermedad que se les presente?.
Jesús nos enseña que debemos entrar en intimidad con el padre, porque Él sabe y conoce nuestras necesidades, mucho antes de que las pidamos. (Mt 6,6-7). Cuando Jesús ora, en casi todos los momentos de su vida y ministerio, lo hace en silencio, y de hecho repitiendo palabras, así como enseña a los discípulos el Padre Nuestro. Mt (6, 9-15). Otro ejemplo, es en el huerto de Getsemaní: «Los dejó, pues, y fue de nuevo a orar por tercera vez repitiendo las mismas palabras”. (Mt 26, 44). Así que, repitiendo o no, palabras, oremos con el corazón contrito, con fe, con devoción y en consonancia con el Espíritu Santo.
Preguntas para compartir:
¿Cómo oras al Padre celestial? ¿Le exiges como si te debiera algo o por el contrario te consideras el deudor? ¿Pides se cumpla su voluntad o la tuya?
Elaborada por:
Adelina Ruíz Mfc