¿Por qué, en lugar de haber existido de la nada, hay Ser? ¿Cómo podemos comprender la eterna existencia de un Ser? Estas son preguntas que, lamentablemente, siempre quedarán sin respuesta, ya que son cuestiones demasiado profundas para la limitada inteligencia humana. Se trata de verdades que no están en contradicción con la razón, pero definitivamente están por encima de ella, para cuya comprensión requeriríamos la inteligencia de un Dios. Por ello, contentémonos con lo que a continuación expongo:
Dios nos ha otorgado una inteligencia capaz de comprender la necesidad de la existencia de un Ser eterno, inteligente, libre e inmortal, que es distinto e infinitamente superior a la materia. Esta misma inteligencia nos permite ver el absurdo que implica negar esa gran verdad; de lo contrario, no habría una explicación válida para la existencia de los seres contingentes que constituyen el «mundo», ni se podría entender la realidad en el universo material o en el ámbito espiritual de nuestra razón.
Esto es suficiente para aceptar la existencia de Dios. No indagues más, sino confiesa y adora humildemente su eterna existencia; sirve y ama a ese Dios, y tu recompensa será eterna. Sólo entonces verás cosas que el ojo humano jamás ha contemplado, cosas que la inteligencia no pudo comprender ni la imaginación pudo soñar.
Mientras tanto, arrodíllate ante ese ser maravilloso, que es tu Dios, y ante su esencia deslumbrante. Cuando finalmente le veamos cara a cara, seremos capaces de quedarnos extasiados en una contemplación tan profunda que jamás nos cansará, aunque pasen mil eternidades disfrutando de su hermosa presencia.
Para compartir:
1.- ¿Qué significa para ti la idea de que el ser necesariamente debe existir en lugar de la nada?
2.- ¿Qué pensamientos o sentimientos te surgen al reflexionar sobre la inalcanzable grandeza de Dios?
Elaborada por:
P. Héctor Pernía, mfc
Fuente:
“Cartas Apologéticas a mis compañeros de trabajo”. Por un joven de Acción Católica. Imprenta de Aldecoa, Burgos 1952. Pág, 79-81.