Emiliano, hijo de una familia campesina de origen hispanorromano, siendo en su juventud pastor de ovejas. Decidió dedicarse a la vida contemplativa, por lo que pasó a ser uno de los discípulos del monje Félix, retirado en los montes de Bilibio, cerca de Haro, donde llevó una vida solitaria y penitente. Sujetó a la disciplina monacal, pero encontrándola demasiado holgada, se retiró a la soledad durante cuarenta y cuatro años en los montes Distercio, soportando allí las inclemencias del tiempo y la dureza de condiciones del lugar.
Su fama de santidad se extendió de tal manera que todos los que estaban en dificultades espirituales acudían a él y fue llamado por el obispo de Tarazona, Dídimo, quien no consintió que tanta virtud se perdiese en la soledad del monte, le ordenó sacerdote y le puso al cargo de la parroquia de Santa Eulalia, en su pueblo natal Berceo.
El paso por la parroquia resultó un estruendoso fracaso ya que las tareas administrativas no parecían encajar con su carácter y entregaba todas las donaciones propiedad de la parroquia a los necesitados por lo que fue acusado de malversación del dinero parroquial por sus hermanos sacerdotes y reprendido por el obispo, quien lo destituyó del cargo.
Decide volver a su soledad y se retira al valle de Suso o de arriba, cercano a su pueblo, donde transcurre la última etapa de su vida. En torno al santo va formándose una comunidad de hermanos y hermanas que formarán un oratorio primitivo, sus nombres son: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio, Oria y Potamia…
Nació: en el año 473 en Berceo (La Rioja).
Fuentes: https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=426
Fecha: Martes, 11 de Septiembre del 2018