San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia
Comentario:
Hoy celebramos el onomástico de san Agustín, obispo y preclaro doctor de la Iglesia, que a pesar de haber vivido entre los años 354 y 430 después de Cristo, no ha cesado de alumbrar hacia Cristo, en cada siglo, el camino de muchos extraviados en la fe. Tal es el renombre de este santo que fue merecedor de este elogio por el papa emérito Benedicto XVI:
“Este gran santo y doctor de la Iglesia a menudo es conocido, al menos de fama, incluso por quienes ignoran el cristianismo o no tienen familiaridad con él, porque dejó una huella profundísima en la vida cultural de Occidente y de todo el mundo.” (1)
Apenas comencé a leer unas líneas de las confesiones de San Agustín sobre su conversión de pagano a cristiano, me estremeció toda clase de sentimientos y deseos por saber más y más de Cristo.
¿Qué valor apologético tiene esta semblanza acerca de San Agustín?
Porque sus obras y su ejemplo tienen hoy la misma frescura y potencia que en sus tiempos para remover la piedra del orgullo de cuantos imaginamos saber mucho de Dios. Cuanta falta hace que sus escritos sean leídos por todo aquel que presuma estar preparado para hablar de Cristo; especialmente por quienes se erigen a sí mismo como profetas, apóstoles y supuestos ministros fundadores de la verdadera Iglesia de Cristo.
Dice, una de las más celebres confesiones de San Agustín, de cómo se veía él ante Dios:
“me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera tu voz que me decía desde arriba: «Soy alimento de adultos: crece, y podrás comerme.”(1)
Yo, en lo particular, me sentí ignorante y muy distante aún de penetrar y comprender los misterios divinos. Otro gallo cantaría si los que están al frente de las sectas fuesen a recorrer con San Agustín sus escritos y enseñanzas.
De modo especial, tomaré de san Agustín, su enseñanza acerca de algunas notas apologéticas presentes en la Liturgia de la Palabra de Dios de este día:
En 1Cor 1, 17–25 San Pablo destaca que el lenguaje de la cruz es poder de Dios para los que se salvan y una locura y escándalo para los que se pierden (cf. 1Cor 1, 18); y, en esa línea, San Agustín predicó que la cruz es motivo de gloria para toda la humanidad, y que debemos proclamar ante el mundo, con este símbolo, que Cristo fue crucificado por nosotros, no con vergüenza sino con orgullo; (3) porque – cita san Agustín – “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gal 6, 14).(2)
*Fuente:*
1] Documento en línea: BENEDICTO XVI, papa; Audiencia General (09-01-2008): I: El Padre más grande de la Iglesia Latina. Miércoles 09 de enero del 2008. https://www.deiverbum.org/08-28_memoria_san-agustin-obispo-y-doctor-de-la-iglesia_homilias/
2] Documento en línea: AGUSTÍN de Hipona; Confesiones: ¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Libros 7, 10. 18; 10, 27: CSEL 33, 157-163. 255. Ibid.
3] AGUSTÍN de Hipona, Sermón Güelferbitano 3. Oficio de Lectura, Lunes Santo (26-03-2018); App. para Android, Liturgia de las Horas, Eprex.
*Para compartir:*
1.- ¿Qué frutos ha dejado en tu formación cristiana el testimonio y los escritos de San Agustín?
2.- ¿Qué importancia tienen hoy sus obras ante la creciente desorientación doctrinal del pueblo de Dios y la multiplicación de las Sectas?
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc