Viernes, I Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
*Lecturas del día:* Hb 4, 1-5. 11; Sal 77; Mc 2, 1-12.
*Comentario:*
La pregunta que una vez se hicieron los escribas, al escucharle a Jesús decir al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”, actualmente la escuchamos de los cristianos no católicos para rechazar el *Sacramento de la Confesión*; preguntándose esto mismo de nuestros obispos y sus colaboradores, los sacerdotes. Dejando a un lado –por ahora- el tema de la legítima sucesión apostólica (ya tendremos la ocasión de ahondar en ello), quiero centrar la atención en la respuesta del Señor a esta pregunta que leemos en el evangelio de hoy: “¿Quién puede perdonar pecados?”
Ciertamente, “sólo Dios” perdona los pecados”; así lo enseña la Iglesia y añade: que “(…) en virtud de su autoridad divina, Jesús confiere este poder a los hombres para que lo ejerzan en su nombre” *(1)*. Ahora bien, lo que alarmó a los escribas fue pensar que un hombre se atribuya el “poder” de actuar en nombre de Dios; eso es “blasfemia” pues se hace pasar por Dios. El mismo razonamiento de nuestros hermanos esperados.
No obstante, la respuesta de Jesús a los escribas nos ayuda a comprender una razón por la cual Jesús delegó en sus apóstoles el poder de perdonar. Respondió Jesús (Mc 2, v. 9): “¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados» o decir: «Levántate, coge la camilla y echa a andar»?” Ambas cosas sólo Dios las puede hacer (sanar milagrosamente y perdonar pecados). Luego les dijo (v. 10): “(…) para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-: «Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa» (…)”.
La frase clave en la respuesta de Jesús es: *“para que veáis”* (“para que vean”). Jesús coloca el acento en el signo sensible –en ese caso, en lo que se pudo ver- como señal inequívoca de que él está hablando con autoridad divina. En su sabiduría, Jesús sabe que el ser humano necesita de los signos sensibles (entiéndase: aquello que vemos, sentimos, oímos…) para ayudarnos a aceptar aquello que la fe nos induce a creer. Por eso sanó al paralítico, para que “viesen” que él hacía lo que sólo Dios puede hacer; por lo tanto, también podía perdonar los pecados (algo que ellos no podían ver).
Así, cuando Jesús delegó en *Jn 20, 21-23* el poder de perdonar los pecados en sus apóstoles y sus sucesores, nos dejó también un “signo sensible” de su misericordia cuando oímos al sacerdote decir: “Te absuelvo de tus pecados”.
*Fuente:*
*(1)* Catecismo de la Iglesia Católica, Numeral: 1441.
*Para compartir:*
1.- _¿Cómo has respondido hasta hoy al planteamiento protestante que sólo Dios puede perdonar los pecados?_
2.- _Si Dios no hubiese delegado en los apóstoles y sus sucesores la facultad de perdonar pecados ¿Cómo pudiésemos tener la certeza de su perdón?_
*Elaborado por:*
Nelson Ledezma, mfc