¿Quién es Cristo? ¿Cuál es la verdadera cena del Señor?

Liturgia<📖>Apologética
De la Liturgia de la Palabra
Semana XXXI del T.O. (B)
Fecha: Martes 6 de noviembre de 2018

Comentario: La reflexión de la Palabra trata dos temas claves:

(1) Filiación divina de Jesucristo:

Jesucristo se expresa con su lenguaje singular para dirigirse a Dios y establecer su filiación divina (no hay duda de ello para los católicos). Sin embargo, los Testigos de Jehová tergiversan la 1ª lectura (Flp 2,5-11) al negar la divinidad de Jesucristo, destacando sólo la naturaleza humana. Se nota la limitación innegable en su conocimiento acerca del Mesías. Esta postura acomodaticia, emitida por una lectura puntual y no transversal del texto evangélico es errónea y reduccionista. En ese texto bíblico se aprecia claramente que no se está diciendo que Cristo no es Dios. Lo que se dice es del acto de humildad de Cristo que no se presenta ante el mundo con actitud de orgullo o de autoritarismo por el hecho de ser Dios, como lo acostumbran las autoridades de este mundo, sino que se puso al nivel de los últimos, de los que sufren, de los más pobres.

(2) Claves de la verdadera Cena del Señor:

Ésta, es una oportuna ocasión para prevenir a los cristianos ante el peligro y las desviaciones que pretenden reducir la Eucaristía a una mera reunión o asamblea desconectada de la vida cotidiana. La parábola del Evangelio (cf. Lc 14,15-24) ayude a concientizar la inmensa gracia de Dios a todos los que reciben su llamado, para ser parte de los convidados a la gran cena de las bodas del Cordero, tal como se expresa: « Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios » (Ap 19,9).

En las comunidades del tiempo de Lucas había cristianos venidos del judaísmo y cristianos venidos de los paganos. A pesar de las diferencias de raza, clase y género, ellos tenían un gran y único ideal, basado en el compartir y en la comunión (Hch 2,42; 4,32; 5,12).

Pero había muchas dificultades, pues los judíos tenían normas de pureza legal que les impedían comer con los paganos.

Al oír estas parábolas, veamos más allá de lo eucarístico, ya que alguien al estar en la mesa con Jesús tiene que haber percibido el alcance de la enseñanza de Jesús, cuando dice:
“Dichoso el que pueda comer en el reino de Dios”.

Sin embargo, los judíos comparaban el tiempo futuro del Mesías a un banquete, marcado por la hartura, la gratitud y la comunión (Is 25,6; 55,1-2; Sal 22,27).

El hambre, la pobreza y la carestía hacían que el pueblo tuviera esperanza de cara al futuro. Así mismo, la esperanza de los bienes mesiánicos, comúnmente se experimentaba en los banquetes, se proyecta así, hacia el final de los tiempos. El Concilio Vaticano II proclama que el sacrificio eucarístico es la «fuente y cima de toda la vida cristiana» (LG 11). La Eucaristía es la experiencia cotidiana de fe que encierra en síntesis, el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta, experimenta con alegría cómo se realiza en múltiples formas, la promesa del Señor: «He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

El bienaventurado católico a diferencia a los protestantes, el que se sienta en la mesa, ya no es el que se cree que lo merece, sino el que lo valora de manera especial, una dicha por su valoración perseverante. Ya no es el que ostenta una silla en la mesa y no lo aprecia, sino que para tener un puesto, tengo que ser convidado y aceptado dignamente. Los puestos en la mesa no son hereditarios, no se compran, no se mantienen por que alguna vez hizo algo ni porque halagó con palabras o regalos. El comensal es bienaventurado porque es capaz de entregarse, de darse al otro, el que trae su cruz (cf. Lc 14,27), pero por otro, los hermanos de las periferias que descubren su corazón y se incorporan a su Palabra y testimonio. Se mantendrá con fidelidad la invitación al seguimiento con toda su radicalidad y universalidad evangélica, pero no se recurrirá ni al rechazo apresurado ni a la exclusión intolerante, que suelen ser frutos del orgullo.

Ni la Sola Fides ni la Sola Scriptura es lo que salva, ni se harán “rebajas”, ni se ofrecerá “gracia barata” ni “falsos atajos”. Los discípulos de Jesucristo tienen la paciencia y la comprensión necesaria para acompañar a todos, en un proceso siempre inacabado del seguimiento evangélico radical, sabiendo respetar los ritmos consonantes con la debilidad humana y la diversidad de situaciones personales.

Fuente:
LOIS, J (2002): Universalidad del llamamiento y radicalidad del seguimiento. En Revista Discípulos N° 5 Enero. Disponible en http://www.ciberiglesia.net/discipulos/05/05discipulado_llamamientoyseguimiento_lois.htm

Preguntas para compartir:

1. ¿A quiénes se invitan a la cena del Señor?

2. ¿Qué excusas se hacen para no ir a una cena con el Señor?

3. ¿Hay fiestas a las que hay que asistir?

Elaborado por:
D. Dr. Ludwig Schmidt H