Lecturas del día: 1Jn 3, 22—4, 6; Sal 2, 7–8, 10–11; Mt 4, 12–17, 23–25
Comentario:
Continuando con el Tiempo de la Navidad en esta segunda semana del mismo, iremos teniendo la oportunidad de escuchar la Primera Carta del Apóstol San Juan, así como algunos pasajes de los evangelios que nos invitarán a seguir profundizando el Misterio de la Encarnación, Nacimiento, Epifanía y Crecimiento de Jesucristo, nuestro Señor Dios y Hombre verdadero.
En todas las cartas de los Apóstoles del Nuevo Testamento existen pasajes que nos manifiestan las complicaciones que surgieron respecto a la comprensión y la vivencia de la fe y como ellos, desde la experiencia auténtica supieron poner en alerta a las primeras comunidades cristianas.
En este sentido es que escuchamos hoy en las lecturas la segunda mención del Anticristo. Sobre esta palabra ha habido tantos errores e interpretaciones que han llevado más a la fantasía y a la construcción de teorías falsas, que a un conocimiento auténtico de lo que en realidad expresa.
Las primeras comunidades cristianas se fueron conformando de hombres y mujeres venidos del judaísmo y del paganismo. Un error común era querer adecuar la Fe cristiana a la propia mitología, cultura, ritos, ideas, entre otros. De esta manera, se daba la posibilidad de que cada quien se hiciera un cristianismo «sui generis» y que terminara incluso rechazando la fe verdadera.
Por esta razón es que el Apóstol San Juan deja en claro lo siguiente: el Anticristo no es un personaje de película, concebido por Satanás o algo parecido. En sus propias palabras: «Todo aquel que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios. Todo aquel que no reconoce a Jesús, no es de Dios, sino que su espíritu es del anticristo. De este han oído decir que ha de venir; pues bien, ya está en el mundo» 1°Jn (3,22–4,6) .
Por tanto, Anticristo es todo aquel que rechaza en su corazón y en su vida la fe verdadera dada por Cristo y en Cristo. Sólo esta fe verdadera nos hace ser “pro –Cristo”, es decir: en favor de Cristo, por Cristo y para Cristo.
Cuando las sectas denuncian a los católicos o al Papa como Anticristo, cuando algunos católicos seguidores interesados de revelaciones privadas no aprobadas por el Papa comienzan a hacer un uso equivocado de este término, además de mostrar ignorancia, manifiestan un espíritu equivocado que no procura la auténtica búsqueda de la verdad.
Por tanto, cada quien ha de buscar que su propio corazón no se vuelva contra, (anti) Cristo, sino que busque siempre más y más ser discípulo del Señor.
Para compartir:
- ¿Qué remedio puedo poner a mi ignorancia bíblica?
- ¿He dado oídos o incluso he creído «profecías» que no están de acuerdo con la Divina Revelación?
Elaborada por:
Pbro. Cristopher Cortez, mfc