
Lecturas del día: Hechos 11, 21–26 ; 13, 1–3; Sal 98, 1–4; Mt 5, 20–26 o Mt 10, 7-3.
Comentario:
¡San Bernabé, poco se dice de él, y tan importante que fue! Me salió ese refrán rimadito, y ahí va otro poquito: ¡Tan grande Bernabé fue, que muy digno del título de apóstol es!
La Iglesia le reconoce con el título de apóstol por ser tan entrañable y sólida su convivencia con los Doce Apóstoles, y la confianza que tenían hacia él, que le confiaron nada más y nada menos, la autoridad de atender, acompañar y encaminar al recién convertido Saulo, para incorporarlo a la única Iglesia de Cristo.
Leemos en Hch 11, 21-26 toda la misión que Bernabé desempeñó como delegado o embajador de los Apóstoles. Al llegar a Antioquía, dice el autor bíblico: ”vio el don de Dios se alegró y exhortaba a todos a permanecer unidos al Señor, con firme propósito” (Hch 11, 23). De esa forma de presentación se percibe la destacada importancia que él tenía y la autoridad que reconocían en él los cristianos de Antioquía, sobre todo, al saber que venía en representación y con la investidura de la autoridad apostólica.
¿Por qué un lugar para Bernabé en el santoral como apóstol?
Primero, porque tenía delegación apostólica: “La noticia (…) llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una considerable multitud se agregó al Señor.” (Hch 11, 22. 24) Era tal su santidad, que su presencia, sus actos y su palabra conquistó para Cristo muchas conversiones.
¿Qué decirle a los que se inventan a sí mismos el título de pastores?
Que se fijen en Bernabé, que teniendo él tanta importancia, siendo maestro, o profeta (cf. Hch 13, 1), sin embargo, no andaba como los dirigentes protestantes que viven creyéndose los intérpretes únicos de Dios en la tierra. Bernabé, no obstante que le acompañaba un sólido perfil de liderazgo y don de mando, humildemente llevaba delante de sí la tarea que los Apóstoles le habían encomendado. Como obrero de la Iglesia y discípulo obediente a los apóstoles, fue designado por ellos para ir a Tarso a buscar a Saulo y llevarlo a Antioquía, sabiendo que éste era un hombre que acababa de venir de perseguir y llevar a muerte a los cristianos. En su presidencia, en esa ciudad, los discípulos de Cristo tomaron para sí el nombre de “cristianos”.
Véase que, con todo y lo que hizo, aun cuando dirigía, no había recibido aún la facultad del ministerio para fundar o dirigir porción alguna del rebaño de Cristo. No fue sino después, cuando eso ocurrió. Lo encontramos en los versos uno al tres, del capítulo trece. El Espíritu Santo le ordenó a los Apóstoles separar a Pablo y a Bernabé para la obra que habían sido llamados. Oraron sobre ellos, les impusieron las manos, y los enviaron. Y fue, desde entonces, la mano derecha, el gran compañero de Pablo en las misiones, propagando el evangelio y las comunidades cristianas en territorios paganos.
Y, qué decir de su rol en el primer Concilio de Jerusalén: expositor junto a Pablo de la conversión de los no judíos, y ceñido a la autoridad del Colegio Apostólico (es decir: la Iglesia) para acatar la decisión que se había de tomar.
Para compartir:
1.- ¿Por qué la Iglesia Católica reconoce en Bernabé el título de apóstol?
2.- ¿Qué contraste existe entre Bernabé y los pastores protestantes?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc