Apologética en la Liturgia de la Palabra
¿POR QUÉ CRISTO NO PERMITIÓ A LOS DEMONIOS DECLARAR QUE ÉL ES EL SANTO DE DIOS?
Miércoles, XXII Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas del día: Col 1, 1-8; Sal 51, 10. 11; Lc 4, 38-44
Comentario:
El evangelio de la Liturgia de hoy nos pone frente a un pasaje que, a no pocos, nos puede llamar la atención: ¿Cómo es que Jesús manda a callar a los demonios que confiesan que Él es el Santo de Dios?
Siempre me había causado curiosidad esa actitud de Jesucristo, y justo hoy, encuentro la ocasión para aprender y compartir mi crecimiento en la fe.
En lo personal, no quiero en esta ocasión emitir ningún comentario personal para no escribir sobre mis opiniones. Pienso que, cuando uno no se siente seguro de algo, lo mejor es salir a investigar, dejarse ayudar, consultar a otras personas más instruidas en la materia. En este caso, exploré varios autores, y de todos ellos, encontré más coherencia y seguridad en una publicación de ACIPRENSA:
«Jesús no quiere apoyarse en el testimonio de los demonios, que sirven a la mentira, aunque alguna vez digan la verdad. Él, que no recibió testimonio de los hombres y ni siquiera necesitaba el de Juan Bautista porque tenía el de su divino Padre (véase Jn 5, 34 – 40 y notas), ¿cómo podía aceptar por apóstoles a los espíritus del mal? Por ahí vemos el honor inmenso que Él nos hace al enviarnos los apóstoles ( Jn 17, 18 – 21 y notas; *20, 21; Lc 24, 48)». *(1)*
Leyendo, me hizo pensar en un hecho que se repite habitualmente. Muchos católicos caen en el error de estar leyendo materiales elaborados por las sectas (volantes de calle, revistas, libros, canciones), y le dan más oído y más lectura a lo que dicen las sectas que a los mismos pastores de su Iglesia. Hace muy poco, en una Misión de evangelización en la que participé, en la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Tovar, Edo. Mérida, caíamos en cuenta y nos causaba asombro, de por qué cuando vienen los protestantes a hablarnos muchos les regalan sus oídos y se paran a escucharles, o agarran sus revistas y se ponen a leerlas, pero luego le sacan el cuerpo, o buscan miles de pretextos para no acudir a los católicos cuando están evangelizando, o cuando de la Parroquia les invitan o llaman a formarse; o pegan el grito si le piden uno o dos años de formación a sus hijos para prepararse a recibir un Sacramento.
¿Qué nos enseña hoy Jesucristo?
En primer lugar, aprender de Él a distinguir cuándo algo viene de Dios o del Demonio; y, en segundo lugar, a no darle oído ni tribuna a lo que viene del maligno, aunque algo de bueno o de verdad diga o haga, pues bien dice el apóstol Pablo: «La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, signos, prodigios engañosos, y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado». (2Ts 2, 9)
Y como no los advierte el apóstol Juan en 2Jn 9-11:
«El que se aventura y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; el que permanece en la doctrina, ese posee al Padre y al Hijo. Si alguno viene a ustedes y no trae esta doctrina, no lo reciban en sus casas ni le saluden; pues el que le saluda se hace cómplice de sus malas obras».
Fuente:
(1) Evangelio según San Lucas, capítulo 4, versículos del 38 al 44. [curas.com.ar/Documentos/Straubinger/49%20San%20Lucas.pdf]
Para compartir:
1.- ¿Somos prudentes como Jesucristo en no darle publicidad ni tribuna a lo que proviene del mal?
2.- ¿Cómo me encuentro en mi sentido de pertenencia y corresponsabilidad por conocer y dar a conocer la fe verdadera, la que heredé de mis antepasados cristianos?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc