21 DIC / B.
Lunes, IV Semana de Adviento
*Lecturas del día: Ct 2, 8-14; o bien So 3, 14-18a; Sal 32,2-3.11-12.20-21; Lc 1, 39-45.*
*Comentario:*
¿Quién es María, la madre de Cristo?
Hay personas que creen que agradan a Dios tratando a la madre de Cristo como a una mujer simple, común y corriente, negando hacia ella las alabanzas y súplicas de intercesión. Las convencieron de que la Virgen María fue útil solo para dar a luz al Salvador y que, para evitar cualquier peligro de opacar a Cristo, debe quedar al margen de la relación del hombre con Dios. Necesitan salir de tal error.
María, en el corazón de las profecías:
Dios nos habló de ella cuando a través del profeta Sofonías prometió:
«¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén!»(So 3, 14)
Al profundizar este texto no podemos sino trasladar nuestra mirada y nuestra mente a aquel pasaje donde dice «Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo;»(Lc 1, 41) Juan, el niño que crece en el vientre de Isabel, personifica a todo Israel gritando y saltando de gozo porque ya, el Redentor, está presente, como él, en un vientre materno: María. En este sentido, la danza, la música, la fiesta y la alegría del rey David frente al arca de la Alianza (cf. 2Sam 6, 5), eran figura y preludio del avivamiento y las celebraciones de júbilo que el pueblo de la nueva Alianza, la Iglesia, ofrecería en homenaje público a la nueva y eterna arca de la salvación donde Cristo puso su morada para cancelar mediante su muerte en la cruz las sentencias que nos acusaban.
¿Cómo decir que no concuerdan y no se relacionan hacia estas manifestaciones públicas de fiesta y alabanza, el mandato de Dios que encontramos en Prov 31, 29-31?: ««¡Muchas mujeres hicieron proezas, pero tú las superas a todas!» (…) la mujer que teme a Yahveh, ésa será alabada. (…) que en las puertas la alaben sus obras.»
María es el más digno personaje para representar y encabezar la alegría y los gritos de Júbilo por la llegada del Salvador. Ella grita por los dolores de parto, por el niño que lleva su seno y que está por nacer, y porque Herodes lo busca para matarlo (cf. Ap 12, 2). Ella sufre, tal como toda madre lo hace por su bebé que está a punto de nacer; pero luego, aquel dolor se olvida y da lugar a un estallido de alegría y gozo una vez que el niño ha nacido.
En María se cumplen los dos tramos del camino que todo hombre transita hacia su salvación: la cruz y la resurrección. La cruz, son sus dolores de parto y, la resurrección a una vida nueva, es ser digna morada (pureza) de Cristo y su más fiel discípulo (obediencia).
Para compartir:
1.- ¿Qué otros signos o señales encuentras en las lecturas bíblicas de hoy, que hablan de la persona y la importancia de la Virgen María en la vida del cristiano?
2.- ¿Qué frutos produce tomar a la Vírgen María como guía para vivir la fe?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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