(Diálogo inspirado en el encuentro
entre el Etíope y Felipe en Hch 8, 26-40)
ETÍOPE: ¿Y PODRÍAS HABLARME UN POCO SOBRE EL BAUTISMO DE NIÑOS EN LA HISTORIA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS?
FELIPE: Por supuesto, Etíope, y tu pregunta es muy buena y oportuna. Fíjate, “la práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la Iglesia. Está atestiguada explícitamente desde el siglo II”[1].Presentamos algunos testimonios:
IRENEO DE LYON (130-202 d.C.): “Porque vino a salvar a todos: y digo a todos, es decir a cuantos por él renacen para Dios, sean bebés, niños, adolescentes, jóvenes o adultos. Por eso quiso pasar por todas las edades: para hacerse bebé con los bebés a fin de santificar a los bebés; niño con los niños, a fin de santificar a los de su edad, dándoles ejemplo de piedad, y siendo para ellos modelo de justicia y obediencia; se hizo joven con los jóvenes, para dar a los jóvenes ejemplo y santificarlos para el Señor”[2]
ORÍGENES: (185-254 d.C.): “La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños. Pues aquellos a quienes fueron confiados los secretos de los misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la mancha del pecado original, que debe ser lavado por el agua y el espíritu”[3]
“Si los niños son bautizados “para la remisión de los pecados” cabe preguntarse ¿de qué pecados se trata?¿Cuándo pudieron pecar ellos? ¿Cómo se puede aceptar semejante testimonio para el bautismo de niños si no se admite que “nadie está exento de pecado, aun cuando su vida en la tierra no haya durado más que un solo día”?. Las manchas del nacimiento son borradas por el misterio del bautismo. Se bautiza a los niños porque “si no se nace del agua y del espíritu, es imposible entrar al reino de los cielos”[4]
HIPÓLITO DE ROMA (? – 235 d. C.): “Al cantar el gallo, se comenzará a rezar sobre el agua. Ya sea el agua que fluye en la fuente o que fluye en lo alto. Se hará así salvo que exista una necesidad. Pero si hay una necesidad permanente y urgente, se utilizará el agua que se encuentre. Se desvestirán, y se bautizarán los niños en primer término. Todos los que puedan hablar por sí mismos hablarán. En cuanto a los que no puedan, sus padres hablarán por ellos, o alguno de su familia. Se bautizará enseguida a los hombres y finalmente a las mujeres…”[5]
CIPRIANO DE CARTAGO (200-258 d.C.): “Pero en relación con el caso de los niños, en el cual dices que no deben ser bautizados en el segundo o tercer día después de su nacimiento, y que la antigua ley de la circuncisión debe considerarse, por lo cual piensas que alguien que acaba de nacer debe no ser bautizado y santificado dentro de los ocho días, todos nosotros pensamos de manera muy diferente en nuestro Concilio. Porque en este curso que pensabas tomar, nadie está de acuerdo, sino que todos juzgamos que la misericordia y gracia de Dios no debe ser negada a ningún nacido de hombre…
Por otra parte, la fe en la Escritura divina nos declara que todos, ya sean niños o mayores, tenemos la misma igualdad en los divinos dones…”[6]
1] CIC, 1252.
2] Ireneo de Lyon, Contra las herejías 2, 22,4. Carlos Ignacio González, S.J.,Ireneo de Lyon, Contra los herejes. Conferencia del Episcopado Mexicano, México 2000.
[3] Orígenes In Rom. Com. 5,9: EH 249. Johannes Quasten, Patrología i,Biblioteca de Autores Cristianos 206. Quinta Edición, Madrid 1995, pág. 395.
[4] Orígenes, In Luc. hom. 14, 1.5. Enrique Contreras, El Bautismo, Selección de textos patrísticos, Editorial Patria Grande, Segunda Reimpresión, Buenos Aires 2005, pág. 41.
[5] Hipólito, Tradición apostólica 20,21. Enrique Contreras, Idem, págs.. 45,47.
[6] Cipriano de Cartago, A Fido sobre el bautismo de infantes, Carta 58.
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