Apologética en la Liturgia de la Palabra
PEDRO Y PABLO, PILARES DE LA IGLESIA DE CRISTO
Jueves, XII Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
San Pedro y San Pablo, apóstoles, solemnidad
Lecturas del día: Hch 12, 1-11; Sal 33, 2-9; 2Tm 4, 6-8. 17-18; Mt 16, 13-19.
Comentario:
Si alguien diese vueltas y vueltas buscando entre denominaciones derivadas del protestantismo, la Iglesia verdadera para encontrar a Cristo en plenitud, terminaría exhausto y frustrado. Pero, si se asomara en una fecha como hoy a una Eucaristía en cualquier lugar del planeta, al encontrar que allí están conmemorando – cada año – la memoria de los apóstoles Pedro y Pablo, los dos pilares más importantes de la Iglesia Primitiva, sería suficiente para darme cuenta que su búsqueda ha encontrado un final feliz.
Entrar en la Iglesia que tiene el calendario litúrgico más antiguo, en el que cada año conmemora la memoria de los primeros cristianos, y de los cristianos que más alto llegaron a alcanzar la cumbre de la santidad desde Cristo hasta hoy, es un hermosísimo hallazgo. Ese lugar es digno de llevar fijado, en un lugar visible para todos, un precioso estandarte que anuncie: “Has llegado a la Iglesia que Cristo fundó para salvarte”.
Una noche, cuando aún estaba el Papa Emérito Benedicto XVI al frente de la Iglesia, mientras yo estaba haciendo actividades misioneras en la población de Caripito, Edo. Monagas, Venezuela, un anciano se acercó y me comentó, sobre Pedro y Pablo, esta interesante comparación: “Padre Héctor, no sé si esté equivocado. Pero cuando veo a Juan Pablo II (en ese año aún no había sido beatificado), a la mente se me viene el apóstol Pablo recorriendo las naciones y llevando a Cristo a todas partes; y cuando veo a Benedicto XVI, veo al apóstol Pedro, llevando a la Iglesia y a todos los cristianos, a las raíces de nuestra fe”. ¡Qué profundidad la de aquellas palabras…!
Todo cristiano bien instruido al celebrar esta fiesta, cuando en su entorno ve el desconcierto en el que la multiplicación de las sectas tiene a muchas ovejas, siente, por una parte, confianza y un gozo muy grande al saber que se encuentra en la Iglesia verdadera. Pero también siente mucho dolor, porque sabe lo confundidas que aquellas ovejas están y lo expuestas que se encuentran ante pillaje y engaño de los falsos pastores que las controlan.
Hoy, cuando leí el pasaje de la primera y segunda lectura (Hch 12, 1-11; 2Tm 4, 6-8. 17-18) que Dios liberó de la cárcel y de la muerte al apóstol Pedro, y del miedo a las persecuciones al apóstol Pablo, sentí mucha emoción. Que hermoso es Dios, protegiendo y haciendo de los pilares de la Iglesia, verdaderos baluartes y heraldos en la fe. Aprendamos del mutuo amor que reinaba entre Jesús y Pedro (cf. Jn 21, 15-17), y amemos tanto a Cristo, como al sucesor de Pedro, con el mismo amor que entre ambos existió.
No se nos olvide que “Pedro estaba custodiado en la cárcel, mientras la iglesia oraba insistentemente por él a Dios” (Hch. 12, 5). La respuesta a la oración no tardó: Dios lo salvó de modo milagroso. Los cristianos de todos los tiempos, debemos orar por el Papa y por cada uno de nuestros sacerdotes. El poder protector de Dios estará siempre listo para ver de ellos.
Para compartir:
1.- ¿Qué crecimiento te dio en la fe el aprendizaje de esta publicación?
2.- ¿Qué sentimientos y testimonios te gustaría compartir sobre lo que hoy significa para ti lo que Dios hizo por sus apóstoles Pedro y Pablo?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc