¡OH, JESUCRISTO!
YO TE RECIBO A TI INCONDICIONALMENTE
COMO MI SEÑOR Y MI DIOS
Y ME RECONOZCO A MÍ MISMO COMO TU DISCÍPULO.
SEÑOR, A TODO LO QUE TÚ DISPONGAS,
TODO LO QUE TÚ ORGANICES, MANDES,
AUTORICES O ENSEÑES,
YO SÓLO DIRÉ AMÉN.
EN NADA TE HE DE CONTRARIAR, OH MI SEÑOR.
NO TENGO ATRIBUCIÓN ALGUNA DE NEGAR,
CAMBIAR O ANULAR
UNA SOLA DE TUS DISPOSICIONES O MANDATOS.
SEÑOR, AMARÉ A QUIENES TÚ AMAS,
RECIBIRÉ A QUIENES TÚ MISMO ME HAS ENVIADO
COMO APÓSTOLES Y SUCESORES TUYOS;
ACEPTARÉ A QUIENES TU ACEPTAS
(Mt 10,40; Jn 13,20).
SI TÚ AMAS A TU MADRE MARÍA,
YO TAMBIÉN LA AMARÉ CON TODA MI ALMA,
CON TODA MI MENTE,
CON TODAS MIS FUERZAS.
SI TÚ ME LA QUIERES OFRECER COMO MADRE,
¡QUÉ FELIZ Y BIENAVENTURADO ME SIENTO
POR TAL REGALO Y HONOR, MI SEÑOR! (Jn 19,26).
YO TE DIGO CON LÁGRIMAS DE GOZO Y GRATITUD: AMÉN.
YO RECIBIRÉ EN MI VIDA A TU MADRECITA MARÍA
COMO JUAN LA RECIBIÓ EN SU CASA.
YO TAMBIÉN LA LLEVARÉ A MI CASA, A MI CORAZÓN.
SI TÚ, OH SEÑOR, TOMAS LA IGLESIA QUE FUNDASTE
COMO CUERPO TUYO (Ef 1,22; 5,23; Col 1,24)
Y POR ESPOSA TUYA (Ef 5,24-27; Ap 19,7; 21,9),
YO SOLAMENTE DIRÉ AMÉN.
Y ME UNIRÉ ETERNAMENTE A ELLA
CON LA MISMA ENTREGA Y FIDELIDAD
COMO LO HACES TÚ, OH AMADO JESUCRISTO.
ENTONCES DIRÉ COMO MARÍA:
“HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA”
(Lc 1,38).