MORIR ES CAER
EN LOS BRAZOS DE DIOS.
Durante la última guerra mundial, junto al cadáver de un soldado, fue encontrado un papel con las siguientes palabras:
«Oye, Dios mío. Me han dicho que tú no existes, y yo estúpidamente les crei.
Antes de ayer, desde el fondo de un cráter abierto por una bomba, vi tu cielo, y de pronto me dí cuenta que me habían engañado.
Los ateos son personas que no quieren llamar pan al pan, ni al vino al vino.
¿Te gustaría que esta tarde nos diéramos la mano? Te quiero y quiero que lo sepas.
Estamos esperando de un momento a otro un duro ataque del enemigo. Quizás esta misma tarde, yo toque tu puerta.
Como tú y yo no hemos sido amigos, te suplico me esperes tú mismo en la entrada de tu casa; de otro modo nadie me abrirá la puerta.
En mi vida he llorado. Pero en estos momentos, Señor, estoy llorando como un niño… ¿por qué no te he conocido antes?
Ha llegado la hora de saltar de la trinchera.
¡Qué cosa más rara, Señor!, desde ayer cuando te encontré, se me quitó el miedo de morir… Hasta pronto, Señor…»
«El amor echa fuera el miedo»
(Cf. 1Jn 4, 18; Mt 10, 28; 14, 28) .
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Elaborado por: Chabelis Estrada, Mfc.
Fuente: Cuéntame un ejemplo.
Fecha: Domingo, 25 de marzo del 2018.
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