Jueves, I Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
*Lecturas del día:* Hb 3, 7-14; Sal 94, 6-11; Mc 1, 40-45
*Comentario:*
Desde hace unas décadas, con el auge de la televisión por cable, satelital (y ahora por la Web) se difunden cada vez más cultos de origen protestante donde se realizan “milagros”, “curaciones” y demás expresiones “sobrenaturales” de la presunta presencia de Dios en esos eventos. No son pocos quienes pasan, de espectadores a “creyentes” en tales hechos y en la “unción” (entiéndase: poder) del afamado evangelista. Ni hablar de aquellos que “venden” tales milagros, ya que piden “donaciones” o “semillas de Fe”, diciendo que según sea la cantidad del dinero aportado así será la magnitud del milagro recibido.
Pese a que tales personajes dicen sustentarse en la “Palabra de Dios” y se dicen seguidores de Jesucristo, hoy vemos en el Evangelio una actitud totalmente diferente del Señor Jesús: quiso mantener el milagro en secreto, tras sentir compasión por el leproso, le “encarga severamente: …no se lo digas a nadie …” *(Mc 1, 40-45)*. No quiso Jesús hacer de esta curación sobrenatural un “anzuelo” para atraer público (como sí parece que quieren hacer los “tele-evangelistas” modernos). Su actitud demuestra aquello que la Iglesia está muy clara en reconocer de los milagros del Señor (y en consecuencia, de cualquier milagro verdadero y auténtico): que los mismos “… no pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos” *(1).*
No olvidemos que Jesucristo “…no vino para abolir todos los males aquí abajo, sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado …” *(2).* Por lo tanto, más importante que la salud en un momento dado o el éxito material, es que dicha “manifestación” de la Gracia de Dios nos conduzca a un acercamiento más genuino a Dios y a su voluntad; que nos acerque a librarnos del pecado. Es por ello que en el evangelio de hoy vemos que Jesús continúa diciéndole a aquel leproso: «…para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio”; es decir, cumple con lo que Dios ha ordenado en su Ley *(Lv. 14, 2-20)*, una ofrenda “de expiación” o de purificación por el pecado.
Tengamos hoy muy presente la advertencia del Señor: “Cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces” *(3).*
*Fuentes:*
*(1)* Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 548.
*(2)* Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 549.
*(3)* San Mateo 7,15. Dios Habla Hoy. La Biblia con Deuterocanónicos.
*Para compartir:*
1.- _¿Qué crees que ocurre en realidad en los “milagros” que se difunden en los cultos de televisión?_
2.- _¿Te has preguntado qué buscan realmente aquellos que creen en estos cultos? ¿Buscan vivir sus vidas según Dios o será sólo cubrir necesidades de salud o materiales?_
*Elaborado por:*
Nelson Ledezma, mfc