Pbro. Héctor Pernía, mfc
Espíritu Santo: Paráclito de la Iglesia Primitiva.
(52) Los Testigos de Jehová no saben que sus líderes están errados cuando les dicen que la doctrina de la Santísima Trinidad fue inventada por el emperador Constantino e impuesta a los Obispos en el Concilio de Nicea realizado en el año 325 d. C. La catalogan como una influencia del paganismo en el cristianismo. Veremos a continuación, con documentos de defensores de la fe cristiana de siglos antes a este Concilio, que el misterio de la Trinidad era ya parte fundamental de la fe de la Iglesia Primitiva:
Didajé (Siglo I): La Trinidad presente en la fórmula bautismal de los mismos Apóstoles: “Acerca del bautismo, bautizad de esta manera: dichas con anterioridad todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva”[1]
Atenágoras de Atenas (año 177, siglo II): “Así, pues, suficientemente queda demostrado que no somos ateos, pues admitimos a un solo Dios increado y eterno e invisible, impasible, incomprensible e inmenso, sólo por la inteligencia a la razón comprensible… ¿Quién, pues, no se sorprenderá de oír llamar ateos a quienes admiten a un Dios Padre y a un Dios Hijo y un Espíritu Santo, que muestran su potencia en la unidad y su distinción en el orden?”[2].
Teófilo de Antioquía (Siglo II): Los tres días que preceden a la creación de los luminares son símbolo de la Trinidad, de Dios, de su Verbo y de su Sabiduría”[3].
Tertuliano (160 – 220 d. C): “Si la pluralidad en la Trinidad te escandaliza, como si no estuviera ligada en la simplicidad de la unión, te pregunto: ¿cómo es posible que un ser que es pura y absolutamente uno y singular, hable en plural: “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra”? ¿No debería haber dicho más bien: “Hago yo al hombre a mi imagen y semejanza,” puesto que es un ser único y singular? Sin embargo, en el pasaje que sigue leemos: “He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros”[4].
Policarpo de Esmirna (65 – 155 d. C): A Él [Jesucristo] sea la gloria con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén”[5].
Arístides (siglo II): “Esté tuvo doce discípulos, los cuales, después de su ascensión a los cielos, salieron a las provincias del Imperio y enseñaron la grandeza de Cristo, al modo que uno de ellos recorrió nuestros mismos lugares predicando la doctrina de la verdad, pues conocen al Dios creador y artífice del universo en su Hijo Unigénito y en el Espíritu Santo, y no adoran a ningún otro Dios fuera de éste”[6]
[1] DIDAJÉ VII, 1, Josep Vives, en «Los Padres de la Iglesia», Editorial Herder, Barcelona, 1988, pág. 20.
[2] ATENÁGORAS DE ATENAS, “Súplica en favor de los cristianos”, 8-10, Josep Vives, Op. Cit., pág. 89.
[3] TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, “Segundo Libro a Autólico” 15, Roger E. Bonilla, en «apologética siloe», padres de la Iglesia en un mes, <http://www.apologeticasiloe.com/Apologetica/padres_de_la_iglesia_en_un_mes.htm> (Ingreso: 30-07-2015).
[4] TERTULIANO, Contra Praxeas, 12, en «Biblioteca Católica Digital», <http://www.mercaba.org/TESORO/TERTULIANO /02.htm>, (Ingreso: 30-07-2015).
[5] EL MARTIRIO DE POLICARPO, XXII, 3, Carta de la Iglesia de Esmirna a la Iglesia de Filomelium, en «Biblioteca Católica Digital», <http://www.mercaba.org/TESORO/policarpo-01.htm>, (Ingreso: 30-07-2015).
[6] ARÍSTIDES DE ATENAS, Josep Vives, Op. Cit., pág. 64.
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