La novedad de la Iglesia y la humildad de sus miembros

Viernes, XXII Semana del T. Ordinario

*Lecturas del día:* 1Cor 4, 1–5; Sal 36, 3–6, 27–28, 39–40; Lc 5, 33–39

*Comentario:*

Las lecturas de este día nos ubican ante dos enseñanzas fundamentales de la Sana Doctrina:

*¿Puede alguien declararse santo a sí mismo y decir que no es pecador?*

Es muy frecuente ver personas que se alaban a sí mismas y se jactan de ya ser salvos, de ya no ser pecadores, de estar plenamente seguros de que se van a salvar, sea lo que sea que hagan. A estos hermanos, san Pablo les llama a actuar con prudencia: _“ Cierto que mi conciencia nada me reprocha; mas no por eso quedo justificado. Mi juez es el Señor. no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. Él iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto las intenciones de los corazones. Entonces recibirá cada cual de Dios la alabanza que le corresponda.”_ *(1Cor 4, 4-5)*

*Cristo y la novedad de Su Iglesia*

La fundación y el establecimiento de la Iglesia Católica trajo el final del matrimonio de Dios con la Jerusalén terrena *(cf. Rm 7, 1-6),* el cese del gobierno espiritual de sus autoridades religiosas y la celebración de nupcias eternas con la Nueva Jerusalén, la Iglesia. Jesús dijo que en trapos viejos no se pueden pegar remiendos de tela nueva. Eso significa que Jesús no venía a establecer su Reino pegando a las telas viejas del antiguo Israel, sus mandatos, su Iglesia, sus Sacramentos; ni tampoco, vino a recortar de los trapos viejos para pegarlos al vestido nuevo *(cf. Lc 5, 34),* error en el que caen las sectas protestantes cuando engañan a los cristianos diciendo que tienen la obligación de pagar el diezmo, de no comer carnes de animales estrangulados, de no comer sangre, de no trabajar los sábados, entre otros.

Jesús trae un vestido con tela totalmente nueva para vestir a su esposa, la Iglesia. Esa tela es su Gracia derramada en cada uno de los Sacramentos que instituyó, son sus doce apóstoles con Pedro como jefe y a la cabeza, y es su Madre María como vientre virginal donde tuvieron nacimiento, Cristo y la Iglesia. ¿Te sorprendes que diga esto de María? Ten en cuenta que en un mismo seno maternal estuvieron naciendo y gestándose juntos, la Cabeza y el Cuerpo entero de su hijo Jesucristo; Él y la Iglesia *(cf. Ef 1, 22-23; 1Cor 12, 27)*

Por eso, afirmaba san Agustín de Hipona:

_Porque en este seno virginal se unieron los dos, el esposo y la esposa, el Verbo esposo y la carne esposa. Tal como está escrito: «Los dos serán una sola carne» *(Gn 2,24 Vulg);* y el Señor dice en el Evangelio: «De manera que ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19,6). Isaías expresa muy bien eso que dos no hacen más que uno cuando, hablando en nombre de Cristo, dice: «como el esposo me ha puesto una diadema, y como una novia me ha adornado con joyas» *(61,10).* Parece que es uno solo el que habla y, al mismo tiempo, habla como esposo y como esposa; porque ya no son dos, sino una sola carne, porque «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» *(Jn 1,14)*. Es a esta carne que se une la Iglesia y así forma el Cristo total, cabeza y cuerpo *(Ef 1,22).*”_ (1)

*Fuente:*

1] Documento en línea: San AGUSTÍN, obispo y doctor de la Iglesia. Sermón: _“Esposo hecho carne”;_ Sermones sobre la primera carta de san Juan, 1, 2; https://www.deiverbum.org/lc-05_33-39/

*Para compartir:*

1.- _¿Qué novedad trajo para el cristiano, en relación a los antiguos preceptos judíos, el matrimonio de Cristo con su Iglesia?_

2.- _¿Es válido y prudente declararse a sí mismos santos, justos y ya salvos?_

*Elaborado por:*

Pbro. Héctor Pernía, mfc

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