- Liturgia<📖> Apologética
De la Liturgia de la Palabra.
Fecha: 01 de febrero de 2019 -
Comentario: En la escucha cotidiana de la Palabra de Dios que venimos haciendo, hoy recibimos los pasajes de Hb 10, 32 – 39 y de Mc 4, 26 – 34 y con ellos el Señor nos ofrece la oportunidad de seguir creciendo en la fe.
De manera especial, el texto del Evangelio nos comparte las que han sido denominadas como las «Parábolas del Reino», ya que en ellas Jesús ha querido invitarnos a conocer la manera en cómo el Reinado de Dios se hace presente en el mundo y actúa en él.
Uno de los errores más comunes de interpretación de este texto ha sido la identificación absoluta entre la Iglesia y el Reino. De esta manera, protestantes y católicos han caído a veces en este error, algunas con terribles consecuencias eclesiales e históricas, tales como las Guerras de Religión, milenarismos, etc.
Por éso es importante siempre recurrir, más que a una opinión teológica, al Magisterio mismo de la Iglesia. La Constitución Dogmática Lumen Gentium dice en su número 5: El misterio de la santa Iglesia se manifiesta en su fundación. Pues nuestro Señor Jesús dio comienzo a la Iglesia predicando la buena nueva, es decir, la llegada del reino de Dios prometido desde siglos en la Escritura: «Porque el tiempo está cumplido, y se acercó el reino de Dios» (Mc 1,15; cf. Mt 4,17). Ahora bien, este reino brilla ante los hombres en la palabra, en las obras y en la presencia de Cristo. La palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo (cf. Mc 4,14) : quienes la oyen con fidelidad y se agregan a la pequeña grey de Cristo (cf. Lc 12,32) , ésos recibieron el reino; la semilla va después germinando poco a poco y crece hasta el tiempo de la siega (cf. Mc 4,26-29) . Los milagros de Jesús, a su vez, confirman que el reino ya llegó a la tierra: «Si expulso los demonios por el dedo de Dios, sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros» (Lc 11,20; cf. Mt 12,28). Pero, sobre todo, el reino se manifiesta en la persona misma de Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre, quien vino «a servir y a dar su vida para la redención de muchos» (Mc 10,45) .
Por lo tanto, la Iglesia es servidora, portadora y proclamadora del Reino de Dios y, como tal, ha de servirlo con humildad y valentía, pero no como una utopía o un idilio, sino como la Presencia de Dios en el mundo realizada por Cristo y su Espíritu Santo en, por y más allá de la comunidad de los bautizados.
Preguntas para compartir:
1. Hasta ahora ¿Cómo habías entendido el Reino de Dios?
2. ¿En tus acciones te decides a ser y a vivir como ciudadano del Reino de Dios?
Elaborado por:
P. Christopher Cortés, mfc
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