Apologética en la Liturgia de la Palabra
LA FRAGILIDAD MINISTERIAL
Viernes, XXIII Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Nuestra Señora de los Dolores, fiesta.
Lecturas del día: 1Tm 1, 1 -2. 12-14; Sal 15, 1-2a. 5. 7-8. 11; Jn 19, 25-27.
Comentario:
Las lecturas que en este día recibimos en la Eucaristía nos brindan la oportunidad de reflexionar sobre un asunto que tiene repercusiones muy fuertes para la vida de los Bautizados, personal, intra y extracomunitariamente: LA VIDA CRISTIANA DE LOS MINISTROS PUESTOS AL FRENTE DE LA COMUNIDAD.
Nadie mejor que los Apóstoles para hablar de ello, ya que su vida es el más claro ejemplo de lo que significa recibir un «Tesoro en vasijas de barro» o de cómo el Señor Jesús no eligió Ángeles para el cumplimiento de su Misión Evangelizadora, sino que la confió a aquellos hombres que ante la Pasión y Muerte salieron huyendo, pero que tras la Resurrección, Ascensión y Pentecostés, con Parresia se entregaron a la realización de este Anuncio generosa y decididamente: No por medio de una vida hipócrita, sino de una constante conversión.
Por esta razón es que al escuchar hoy a San Pablo decirle a Timoteo quién es y lo que hizo Dios en su vida, no lo hace ocultando su pasado o maquillándolo, sino asumiéndolo como parte de su historia de Salvación a fin de ser un Testimonio creíble de la Acción de la Gracia de Cristo Jesús.
Nadie puede ser como el Maestro sin seguirlo auténticamente; de no ser así, lo único que en realidad está sucediendo es que el Ministro puede perfeccionarse en el Fariseísmo o en el Cinismo, tanto para ser hipócrita y no vencer constantemente el pecado en su vida y sólo señalarlo en los demás, como para pensar que no hay que vivir en conversión y hasta contradecir lo que la Palabra de Dios ha dicho para siempre.
Por eso es que, si bien los Fieles Cristianos no han de hacer depender su Fe del Testimonio de los Ordenados, eso tampoco nos da derecho a los Pastores auténticos del Rebaño de Cristo a escandalizar a medio mundo y que el Nombre de Dios sea mancillado entre las Naciones por nuestros pecados.
Sólo un Sacerdote que ha vivido el Kerygma como Encuentro con Jesucristo y lo prolonga y profundiza mediante la Conversión, el Discipulado, la Comunión y la Misión, podrá ser un Instrumento débil pero excelente en las manos del Señor. Oremos, pues, por la Santidad de los Pastores del Pueblo de Dios.
Para compartir:
1.- ¿Por qué el Sacerdocio implica necesariamente el Seguimiento real de Jesús?
2.- ¿Cómo ayudaría a la Iglesia Católica contar con Sacerdotes con una vivencia auténtica de la Fe y la Conversión?
Elaborado por:
P. Christopher Cortés, mfc