La Fe y la Iglesia no son prendas de vestir.

*Lecturas del día:* 2Re 4, 42–44; Sal 145, 10–11, 15–18; Ef 4, 1–6; Jn 6, 1–15.

*Comentario:*

La fe y la Iglesia no son prendas de vestir que uno se las pueda cambiar apenas uno lo desee. La lectura de Pablo a los Efesios (4, 1-6) nos anuncia una serie de advertencias que intentan hacer reflexionar y detener a tiempo, para salvarles del peligro de la condenación eterna, a quienes creen que pueden fundar, por ocurrencia particular, sus propias iglesias; o cambiarse de la Iglesia Católica y de bautismo como cambiarse de ropa o de lugar donde viven.

Algo así podría ilustrar la diferencia entre la persona de Cristo de la Iglesia Católica y de la mayoría de las sectas protestantes:

*Una sola cabeza y un solo cuerpo*

En la Biblia, el cuerpo de Cristo es la Iglesia (cf. Ef 1, 22-23; Col 1, 18-24). Es un mandato de Dios que exista una sola Iglesia para todos los cristianos; y ordena a cada seguidor de Cristo, ser un constructor de comunión, de unidad, y no un promotor de divisiones. El Cristo que cree y predica la Iglesia Católica, desde su origen, es el mismo de la Biblia: una sola cabeza y un solo cuerpo; que no lo muda y no lo cambia por otro, porque “es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb 13, 8). Durante más de dos mil años de su existencia, ha sido testigo histórico y ha permanecido fiel en la verdad de que ya Cristo fundó y tiene su propia Iglesia, es fiel a ella eternamente, y no se divorcia para ir a casarse con otras inventadas, siglos después, por hombres que se rebelan contra la propia Iglesia única que Él fundó.

Cree y predica, también, en la unidad del espíritu, del bautismo y de la fe, es decir, que posee en toda su extensión, en la historia y entre sus miembros, el mismo Espíritu enviado por el Padre y El Hijo, el mismo y único bautismo establecido por Cristo, y una misma y única fe revelada por él mismo, recibida y transmitida de generación en generación por los Apóstoles y sus legítimos sucesores. Cree y predica que ningún hombre podrá robarse o apoderarse del Espíritu Santo para llevárselo a sus propias pseudo-iglesias fundadas por ellos, o crearse nuevos bautismos o nuevos cuerpos de doctrina al margen de la ya anunciada y existente para todos los tiempos, culturas, pueblos y naciones (universal-católica).

*Un monstruo de una cabeza y miles de cuerpos*

Para aquellos, que predican que cualquiera puede fundar una nueva iglesia, o ir al sitio de culto que le parezca, porque para ellos todo es lo mismo. Quienes niegan que Cristo fundó una Iglesia, y crean las suyas propias separadas y divergentes, en sus conductas y enseñanzas, reflejan y evidencian una diabólica presentación de un Cristo parecido a un monstruo con una cabeza e infinidad de cuerpos. Se van de una denominación a otra y se vuelven a bautizar, y no pocos, hasta se cambian de pareja y se vuelven a casar, so pretexto de que la anterior era secta y la actual sí es la iglesia verdadera, y así sucesivamente, de un sitio a otro.

Si el Espíritu Santo estuviera sosteniéndolas a todas ellas, podría cualquiera acusarle de estar ocasionando enfrentamientos, riñas, disputas, rebeliones, cismas, y todo tipo de contiendas entre los mismos cristianos. Eso nos lleva a abrir los ojos, y caer en cuenta que estamos ante espíritus de las tinieblas vestidos de Espíritu Santo, ante la oscuridad vestida de luz. Cuan ciegos los que, estando ante la oscuridad, piensan que les envuelve la luz.

*Preguntas para compartir:*

1.- ¿Por qué habrá crecido tanto el número de cristianos que suman más división que comunión en la fe?

2.- Hay cristianos que promueven la unidad de los cristianos, y otros que la rompen o la miran con indiferencia. ¿En cuál te ubicas? Argumenta tu respuesta…

*Elaborada por:*

Pbro. Héctor Pernía, mfc

Para conocer, defender y difundir la fe, lleva esta nueva aplicación a donde estés. Ayúdanos a difundirla compartiendo esta publicidad con tus familiares y hermanos en Cristo