VIII Domingo, de T. Ordinario.
Comentario:
La liturgia de hoy, en sus 3 lecturas, argumenta que Jesús es Dios. Y, lamentablemente, para algunos protestantes que niegan esta verdad, los deja muy mal parados porque desdice de su credibilidad; de lo que afirman y pregonan en sus discursos. Ahora bien en la Biblia existen infinidad de citas que explican el tema que nos compete sin embargo nos limitaremos a las lecturas de hoy:
En la primera lectura encontramos este versículo que usan algunos hermanos protestantes para alegar que Jesús no es Dios: “Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro”. (Dt 4,39).
Sin embargo vemos que, en el Evangelio, los discípulos de Jesús entendieron su deidad: «Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban”. (Mt 28,17; 14,32-33). Ellos se postraron ante Él como lo habían hecho anteriormente los Magos y lo hacen reconociendo que Él es el Emanuel, el ´Dios con nosotros´. (Is 7:14). Y Jesús no los corrigió, ni les dijo: ¡Dejen de adorarme!». En lugar de esto, aceptó su adoración, sabiendo que era realmente Dios encarnado.
Así fue profetizado, un milenio antes de que Jesús caminara sobre la tierra, se predijo acerca de la naturaleza divina del Mesías: «Y he aquí con las nubes del cielo venía uno como hijo de hombre. . . Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran. Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.» (Dn 7:13-14). Prueba de esto es que Él mismo lo reconoce: “Les dijo Jesús: De cierto, de cierto os digo que antes que Abraham existiera, Yo Soy” (Jn 8,58).
También dice: ”Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle, Jesús les respondió: «Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis? ‘Por buena obra no te apedreamos´, le respondieron los judíos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.” Y Juan, su carta la inicia con: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,1).
Y por último, si nada de esto nos convence, entonces hagamos como Santo Tomás, ver para creer: ¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn 20,28). entonces Jesús dirá: “bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
Preguntas para compartir:
1. ¿Qué sería de nuestra Redención y Salvación si Jesucristo no fuese Dios?
2. Resume y comparte con tus propias palabras lo que aprendiste de esta publicación.
Elaborada por:
Adelina Ruíz Mfc
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