Apologética en la Liturgia de la Palabra
Miércoles de la Octava de Pascua.
Lecturas del día: Hch 3, 1-10; Sal 104; Lc 24, 13-35.
Comentario:
El evangelio de hoy relata la aparición de Jesucristo resucitado a dos discípulos que iban de Jerusalén a Emaús, conversando –entristecidos- sobre lo ocurrido con Jesús (cf. Lc 24, 13-35). Estos no eran dos de sus apóstoles, pues estos estaban reunidos en Jerusalén (cf. Lc 24,33), sino que eran de aquellos otros que también seguían a Jesús (cf. Mt 19,2; Hch 1, 15.21). Tratándose de dos discípulos, nos recuerda a los 72 misioneros (cf. Lc 10,1) que el Señor envió «de dos en dos delante de Él, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir». [1]
Tengamos aquí presente que San Lucas es el único evangelista que relata el «envío de los 72» y la aparición a los «discípulos de Emaús». Esto nos enseña que la misión de la Iglesia es competencia de todos, no sólo de los «apóstoles» (hoy: nuestros obispos y sacerdotes); y que el acompañamiento de Jesucristo no se limita a ellos, como pudiese pensarse de una lectura aislada de Mt 28, 16-20; sino que incluye a todos los bautizados (cf. Mc 16, 17-20; Hch 2, 1-4.38-39; 2Co 5, 15-17; 1Jn 2, 24-27).
¡Jesús se quedó con TODOS nosotros! No sólo “espiritualmente”, por ejemplo: al orar con otros hermanos (cf. Mt 18,20), sino materialmente. Podemos palparlo en el milagro de su presencia REAL en la Eucaristía, tal como lo vivieron los «discípulos de Emaús»; relato que nos enseña lo que ocurre en cada celebración Eucarística. Veamos:
🔹 Jesús «comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a Él en todas las Escrituras» (cf. Lc 24,27).
🔹Esos discípulos le dijeron a Jesús, sin reconocerlo: «Quédate con nosotros» (cf. Lc 24,29).
🔹 Una vez a la mesa, Jesús «tomo el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista” (cf. Lc 24, 30-31).
Así también lo vivimos en la celebración de la Eucaristía:
1) Se exponen las Escrituras (se lee y sigue una homilía),
2) Anhelamos que Jesús (la palabra encarnada de Dios) se quede con nosotros y,
3) Se parte el pan. Antes de «partir el pan» no reconocemos a Jesús en medio nuestro, pero luego Él se hace presente y se queda con nosotros en la Hostia consagrada. ¡Que Dios abra nuestros ojos para reconocer a Jesús al partir el pan!
Fuente:
[1] Dios Habla Hoy. La Biblia con Deuterocanónicos (1979). Versión popular, segunda edición. Sociedades Bíblicas Unidas.
Para compartir:
1.- ¿Cómo explicarías que el relato de *Lc 24, 13-35* demuestra la presencia real de Cristo en la Eucaristía?
2.- ¿Qué otros pasajes bíblicos usarías para mostrar la importancia que tiene «la fracción del pan» como centro de la Eucaristía?
Elaborado por:
Nelson Ledezma, mfc