*Apologética en la Liturgia de la Palabra*
Miércoles, V Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
*Lecturas del día:* Gn 2, 4b-9. 15-17; Sal 103, 1-2a. 27-28. 29-30; Mc 7, 14-23
*Comentario:*
¡Qué claro habla Jesús en el Evangelio de Hoy! Cuesta trabajo comprender cómo ciertos grupos que se dicen cristianos (como los Adventistas del Séptimo Día y los Testigos de Jehová) no vean esta claridad del texto bíblico e insistan en afirmar que ciertos alimentos están prohibidos para los cristianos. Si bien es cierto que sus “prohibiciones” las leen de la Biblia (usan para ello textos como: Gn 9, 4; Lv 7, 23; 11, 1-23. 34. 39; 19, 26; Dt 12, 23; 14, 3-21), no es menos cierto que su rígida aplicación a nuestros tiempos es un error.
En efecto, no sólo ignoran las palabras de Jesucristo -que leemos en el evangelio de hoy- sino que desconocen la progresividad en la revelación divina (es decir, la evolución de esa revelación). Así, por ejemplo, al principio hubo unión sexual entre parientes: los “hijos e hijas” de Adán y Eva (cf. Gn 4, 17; 5, 4); los descendientes de los “tres hijos de Noé” (cf. Gn 9, 19; 10, 32); Najor con su sobrina Milká (cf. Gn 11, 27. 29); Amram con su tía, ambos padres de Moisés (Ex 6, 20). Pero esto luego fue prohibido desde los tiempos de la Ley (cf. Lv 18, 6-17). En esa misma “progresividad”, la Ley dada a Moisés prohíbe el adulterio (cf. Ex 20, 14. 17), pero Jesucristo fue más allá y lo aplicó al deseo en el corazón (cf. Mt 5, 27-28).
Por lo tanto, en ese asunto de los “alimentos prohibidos” también hay una evolución en la revelación. Desde la prohibición del Antiguo Testamento a la revelación dada por Jesucristo y enseñada por los apóstoles. De Jesucristo leemos sus palabras:
“Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina (…) Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre (…) los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad …” (Mc 7, 18b-19a. 20-22).
Por si fuera poco, el evangelista aclara (v.19b) “con esto declaraba puros todos los alimentos” (lo dice el evangelista, no los católicos). Más aún, lo ratifican los apóstoles: San Pedro (cf. Hch 10, 9-16) y San Pablo (cf. Col 2, 16-17. 20-23). Sí aún no te convences, entérate que los cristianos no estamos bajo la Ley de Moisés, sino bajo la Gracia de Cristo (cf. Ef 2, 15; Ga 3, 23-29; 5, 1-5; Rm 7, 1-6).
*Para compartir:*
1.- ¿Te han enseñado que está mal comer ciertos alimentos? ¿Qué has respondido a estas enseñanzas? ¿Qué responderás ahora?
2.- Ahora investiga, ¿Qué podrías responder a quienes prohíben el vino y las bebidas alcohólicas? ¿Estarán en lo cierto, será que en esto sí tienen razón o también estarán enseñando “tradiciones humanas” condenadas por el Señor?
*Elaborado por:*
Nelson Ledezma, mfc