Pbro. Héctor Pernía, mfc
Los falsos pastores trabajan en vano levantando ‘iglesias de Cristo’.
(99) Hoy vemos levantarse, en muchos lugares, muy cerca de nuestras propias casas, muchas supuestas iglesias ‘cristianas’ o ‘evangélicas’, fundadas sobre la fallida roca de una división, de un cisma, de una apostasía. Todas ellas tropiezan en la base, pues en ellas se encuentra lo ya anunciado por los profetas, y lo confirmado luego en 1Pe 2,6-8 y en Mt 21,42: “He aquí que coloco en Sión [La Iglesia] una piedra elegida, angular, preciosa y el que crea en ella no será confundido. Para vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido, en piedra de tropiezo y roca de escándalo”.
Tropiezan con la piedra angular porque desechan la Palabra de Cristo; al levantar y fundar sus propias iglesias fuera de la base visible establecida por él en Mt 16,17-19, Jn 1,42 y 21,15-17. Podrán durar de pie, ante los ojos de los hombres, diez, treinta, cincuenta, doscientos años, o más…; pero no estarán de pie un instante ante los ojos de Dios. Su presente continuo es el tropiezo; y su horizonte, la condenación eterna; porque sabiendo muchos cuál es el camino a seguir, insisten por hacerse otro camino aparte.
Tropiezan de frente con Cristo, la piedra angular, por no creer, por no aceptar; por revelarse en su contra cuando consagró a Pedro como la «kefas» [«rocas»] de donde levantaría su Iglesia. Por eso anunció: “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mt 12,30). Por imprudencia han escogido ese destino. Y por ello, también está escrito: “¿Y la sabiduría de este mundo? Dios la dejó como loca” (1Cor 1,20).
Hay infinidad de iglesias fundadas por hombres, pero una sola es la Iglesia fundada por Cristo.
(100) A una sola Iglesia de Cristo, una sola roca de Cristo. ¿Y cuál? ¿A quién nombró y erigió Cristo, como roca de su Iglesia? Sólo hay uno: a Pedro y sus sucesores legítimos.
Cristo, la piedra invisible (espiritual) que se va (ascensión), deja entre los hombres una piedra visible (humana) que se queda para pastorear a todo su rebaño (Jn 21,15-17) (Pedro – los Papas), acompañado en fortaleza por las columnas del edificio (los demás apóstoles – los Obispos) (Ef 2,20); y la deja protegida por todos los siglos con la eterna asistencia del Espíritu Santo (Jn 20,22; Hch 2,1ss). He aquí, entre los hombres, y para la salvación, la «kefas» elegida por Cristo, y contrariada, desde un comienzo, por el demonio y sus siervos.
Y Cristo dijo a Pedro: “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18).
(101) No necesita que otros vengan a hacer por Él lo que Él ya hizo para siempre. Muchos falsos pastores han aparecido anunciando que fundaron, o que van a fundar la Iglesia de Cristo. ¡Qué locura de atrevimiento y desafío a Dios!
¿Acaso insinúan que Dios desautorizó a su propio Hijo Jesucristo, mandando siglos después a falsos pastores a que funden la Iglesia que ya su Hijo fundó para siempre hasta el fin del mundo? (cf. Mt 28,18-20).
¿Quién anuló de la Biblia Mt 16,17-19 para que algunos iluminados pretendan comenzar de cero la Iglesia que ya tiene más de dos mil años, y que Jesucristo mismo comenzó y estableció? ¿Están ellos acaso por encima de Cristo?
¿Pretenden estos falsos pastores insinuar que la Iglesia que Cristo fundó no sirvió para nada porque dejó que se paganizara en el siglo cuarto con el emperador Constantino, y que la Iglesia que ahora ellos ahora están fundando sí va a funcionar por siempre a la perfección? (Ver: GB, N° 113 al 114).
¿Acaso consideran a Jesucristo incapaz y torpe? Jesucristo no es contradicción, para mandar a unos improvisados, a fundar su Iglesia muchos siglos después de Él haberla ya fundado para siempre.
(102) Un niño en la playa construía con la arena una casita. Vino otro con arrogancia mostrándose como bueno y se la piso diciéndole: ‘yo te la voy a hacer. Esa no sirvió’. El niño que levantaba Su casita se puso a llorar. Algo semejante hacen los falsos pastores que aparecen pretendiendo tumbar la Iglesia que Cristo fundó para ellos presumir ser los héroes que se la vienen a fundar. Imposible que sean obreros de la luz. Tales, no son sino emisarios de la oscuridad y del mal que en vano gastan sus energías intentando hacer desaparecer la Iglesia Católica. Escuchen a Gamaliel: “ustedes no podrán destruirlos, y ojalá no estén luchando contra Dios.” (Hch 5,39). Sepan que sus fuerzas, y todas las fuerzas del infierno, no prevalecerán contra la Iglesia que Cristo edificó sobre Pedro (cf. Mt 16,18).
Negar y oponerse a aceptar que en Mt 16,17-19 Jesucristo fundó su propia Iglesia es un temerario atrevimiento de creer que pueden pasarle por encima a Cristo. Es tan sólo un pretexto utilizado como artificio doctrinal para ellos erigirse como enviados de Dios a fundar la Iglesia de Cristo que Cristo no supo fundar. Quienes de sus ojos quitan la venda puesta, ven que tales ‘iglesias’ no son de Cristo sino de esas personas que se la dan de pastores. ¿A quién creen que están enfrentando y atacando?, ¿a la Iglesia Católica? ¿No les da cabeza ni temor de Dios para preguntarse lo que hacen, si están desafiando y luchando contra el poder y la voluntad de Dios? ¿Creerán que son la Cafarnaúm que se creía ya asegurada en lo más alto del cielo? (cf. Mt 11,23).
Pero, ¡qué contradicción! Muchísimos de esos falsos pastores al interpretar Mt 16,17-19 aseguran que no fue voluntad de Jesucristo fundar una Iglesia. Si no fue su voluntad, entonces ¿por qué ellos lo están haciendo? Dicen que están del lado de Cristo, pero en realidad son sus adversarios.
¿Con tal atrevimiento creen que les servirá de algo tantos teatros de avivamiento diciéndole infinidad de veces a Jesucristo: ¡Señor, Señor!, aleluya, gloria, amén, etc? Luego de darle el beso en la mejilla con canciones tiernas y sublimes que le dedican en sus cultos, ¿van a entregarlo a la crucifixión de nuevo como lo hizo Judas? ¡Engañarán a muchas almas, pero a Cristo nunca! Perdónales, Señor. ¡No saben lo que hacen!
Alerta con falsos fundadores de Iglesias de Cristo.
(103) ¿Qué dice en las Sagradas Escrituras?: Pablo denuncia a falsos apóstoles que ya en aquel tiempo competían y se hacían pasar por iguales a él: “Ahora vienen a predicarles a otro Jesús, no como se lo predicamos, y les proponen un espíritu diferente del que recibieron, y un evangelio diferente del que abrazaron. ¡Y lo aceptan sin dificultad! Sin embargo, no creo ser inferior en nada a esos superapóstoles” (2Cor 11,4-5).
Y continúa…: “En realidad son falsos apóstoles, engañadores disfrazados de apóstoles de Cristo. Y no hay que maravillarse, pues si Satanás se disfraza de ángel de luz, no es mucho que sus servidores se disfracen también de servidores del bien (de la justicia). Pero su fin será el que se merecen sus obras” (2Cor 11,13-15). Aquí hay más pasajes bíblicos que nos advierten al respecto (cf. Hch 20,29-30; Rm 16,17-18; 2Tim 4,2-4).
En el camino a Cristo los falsos pastores andan al acecho:
(104) Al buscar a Cristo miremos bien donde ponemos cada pisada; las distracciones pueden hacernos tropezar y caer en alguna de esas ‘hueco-iglesias’ que proliferan cerca de donde vivimos.
Quitemos el disfraz de esos depredadores de almas que se hacen llamar pastores, profetas e incluso apóstoles sin serlo; ese es un deber de todo cristiano (cf. Ap 2,2). “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21). Si no son tales, ¿hacemos acaso algún bien llamándolos con esos títulos? ¿Será eso, acaso, ecumenismo?
¿Realmente amas y sigues a Cristo?
(105) Ve y busca la Iglesia que Él fundó. Y lo haces, además, sin dudar un instante. Toma la palabra de Cristo y él mismo te conducirá a la verdadera Iglesia. Si yo fuese uno de los hermanos esperados que anda fuera del rebaño que nació de Cristo (cf. Jn 10,16) esto diría: ‘… Si Cristo anunció que “las puertas del infierno no prevalecerían contra ella” (Mt 16,18), esa Iglesia hoy debe estar de pie, firme, llena del vigor y la fuerza del Espíritu Santo; porque Cristo es fiel, es todo poderoso y no miente. Esa es la que debo buscar; allí es donde Cristo me manda y me pide estar. Allí es donde encontraré todos los medios para salvarme’.
¿Cómo reconocer la Iglesia de Cristo?
(106) En el Salmo treinta y dos encontraremos ese rebaño donde Cristo el buen pastor nos tiene preparado un banquete con el más santo y sublime de los alimentos: su mismo Cuerpo y su misma Sangre (la Eucaristía). En su redil nos incorporamos a ser miembros vivos de su Cuerpo (Bautismo), nos confirma en el Espíritu Santo (Confirmación); Él enjuga nuestras lágrimas liberándonos de la muerte a través de sus ministros que nos absuelven de nuestros pecados (Confesión); nos fortalece y sana ante nuestras enfermedades (Unción de los enfermos); y nos envía a ser sus testigos y embajadores en el servicio a los demás (Orden sacerdotal y Matrimonio).
Estos son los verdes pastos con los que Cristo nos cuida, nos nutre y nos ayuda a crecer todos los días. No son bienes terrenales inventados por hombres. Todos estos son bienes del reino de los Cielos que Cristo mismo nos da y nos mandó a buscar, y que llegan a los hombres mediante su Iglesia y a través de sus ministros. Amén, amén, amén.
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