Apologética en la Liturgia de la Palabra
Lunes, XII Semana del T. Ordinario
Lecturas del día: 2Re 17, 5–18; Sal 60, 3–5, 12–13; Mt 7, 1–5
Comentario:
Cuando de ataque hacia las imágenes sagradas se trata, los católicos más instruidos, se sienten calumniados y muy ofendidos. Se preguntan: ¿por qué tantas sectas condenan las imágenes si lo primero que hacen es montar enormes vallas públicas en las ciudades con las imágenes de sus famosos líderes traídos de lejos, cuando van convocar a sus seguidores? Los dueños de las sectas montan sus fotos en lo más destacado de sus páginas web; hacen pagar el diezmo con billetes que llevan imágenes de hombres muertos que cometieron muchos pecados. Como dice el evangelio de hoy: «¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?” (Mt 7, 3).
Son innumerables los casos donde se repite esta hipocresía en muchos líderes protestantes, de andar machacando a los católicos, que están prohibidas por Dios, cosas que a menudo ellos repiten y enseñan a sus seguidores: repetir oraciones, avaricia de dinero, desórdenes y escándalos morales, postraciones ante hombres, prohibir celebrar cumpleaños mientras celebran los aniversarios de boda de sus miembros (Testigos de Jehová), prohibir a las mujeres usar pantalones, les permiten usar solo faldas hasta los pies y luego andan, muchas de ellas, en prendas muy cortas en su casa o en otros sitios fuera de sus lugares de reunión, exigir que todo lo que se diga de Dios tiene que aparecer en la Biblia y luego dicen cualquier cantidad de fantasías que no se mencionan en ningún libro de la Biblia, declarar que sólo con la fe es suficiente para salvarse, que las obras son innecesarias, pero imponen obligatoriamente el diezmo, las ofrendas, la entrega de bienes, la rígida dedicación de muchas horas a la semana a la congregación, el vestir de determinado modo, entre otras…
Muestra de que están plagados de inventos en sus doctrinas, es su obstinada y visceral condena a las imágenes cristianas católicas. En la primera lectura podemos ver que la prohibición de Dios no recae sobre imágenes dedicadas a su culto, sino sobre aquellas dedicadas a dioses de aquellas naciones que aún no le conocen o no lo aceptan.
Dice:
”Caminaron tras dioses que eran nada y se volvieron nada, imitando a las naciones de alrededor, cuando Yahvé les había prescrito no actuar como ellas. Abandonaron todos los mandamientos de Yahvé su Dios, y se hicieron ídolos fundidos, los dos becerros, y un cipo sagrado. Se postraron ante todo el ejército de los cielos y rindieron culto a Baal. Arrojaron sus hijos e hijas a la pira de fuego, consultaron los augurios y practicaron la adivinación.” (2Re 17, 15-17).
Ídolo no es una imagen de Cristo, ni de la Virgen María, ni de algún santo. Ídolo es, como pudimos leer, el culto que los israelitas le dieron a estatuas de dioses asirios; en este caso, a los becerros y al dios Baal, al cual, incluso, ofrecían a sus hijos lanzándolos al fuego. ¿Acaso eso lo hacen los católicos con las imágenes cristianas? Que limpien sus ojos para que, quitadas sus cataratas, puedan conocer la Iglesia Católica tal cual ella es.
Para compartir:
1.- ¿Has visto de cerca situaciones donde grupos protestantes practican lo mismo que le dicen a los católicos que está prohibido por Dios?
2.- ¿Por qué no son lo mismo las imágenes católicas y el dios Baal mencionado en la primera lectura?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc