Apologética en la Liturgia de la Palabra
IGLESIAS DE PROSPERIDAD Y OPULENCIA, ¡QUÉ LEJOS ANDAN DE DIOS!
Martes, XX Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Santa María, Virgen, Reina, memoria obligatoria.
Lecturas del día: Jc 6, 11–24; Sal 84, 9. 11–14; Mt 19, 23–30.
Comentario:
Las lecturas de hoy apuntan afuera y adentro de la Iglesia Católica. Afuera, hacia sectas que predican un dios que engorda riquezas; a quien se le puede incluso exigir y reclamar bienes, fortuna, por las cuotas, ofrendas y pactos de dinero que le han dado; donde falsamente enseñan que Jesucristo y sus apóstoles fueron multimillonarios, y que, por lo tanto, sus seguidores también deben y pueden serlo. Descartan en sus vidas la miseria, el dolor, la necesidad, la enfermedad, el sufrimiento, y llegan a verlo, incluso, como maldiciones. Son de tal peligro para la fe, que a muchos de sus miembros se les ve luego maldiciendo o negando a Dios cuando les sobreviene una tragedia, el dolor, las pérdidas humanas o materiales.
Dentro de la Iglesia Católica, esa misma situación de pecado, recae sobre quienes hacen de su fin principal en la vida, no a Jesucristo y los bienes eternos de la caridad, el perdón, la generosidad, la humildad, la justicia y la misericordia, sino las cuentas bancarias, las fincas, las cabezas de ganado, los bienes inmuebles, los viajes de disfrute a cualquier lugar del mundo, la vida de confort, la moda, las prendas de marca…
Hoy, en la Sagrada Escritura, vemos que el agrado y la bendición de Dios van por otro camino diferente. Gedeón le agrada por su humildad, su valentía en defender la fe verdadera de Israel, y su fidelidad en los momentos de miseria, al invocar, no a dioses falsos, sino al Dios verdadero. En el Evangelio de hoy, Jesús advierte a quienes hacen de la fe un negocio para lucrarse:
“En verdad les digo: el que es rico entrará muy difícilmente en el Reino de los Cielos. Les aseguro: es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los cielos” (Mt 19, 24).
No es de extrañarse que también, los grupos protestantes que predican una religión de abundancia y riquezas, choquen de frente y queden desarmados diciendo como Pedro y los discípulos: “Entonces, ¿Quién puede salvarse?”. A quienes generosamente renuncian a todos los bienes y placeres terrenales, por hacer de Jesucristo su tesoro, Él les promete:
“Todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna. Muchos que ahora son primeros serán últimos, y otros que ahora son últimos, serán primeros” (Mt 19, 29-30).
Vale la ocasión para explicar, por qué la Iglesia Católica tiene la facultad y el poder del Espíritu Santo para decretar contenidos y verdades de fe de obligatoriedad para todo cristiano. Las columnas puestas por Cristo para levantar Su Iglesia, ocupan, con Él, doce tronos de gloria para juzgar, incluso, sobre las 12 tribus de Israel (cf. Mt 19, 28), eso también quiere decir, legislar. De los Doce apóstoles deriva, y en sus Sucesores legítimos se perpetúan, los mandatos y enseñanzas de Cristo.
Para compartir:
1.- ¿Has conocido personas, o asistido a alguna denominación, donde reducen el Evangelio a adquirir abundancia y riquezas materiales?
2.- ¿Qué relación podría haber entre idolatría y la doctrina del evangelio de la prosperidad?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc