Apologética en la Liturgia de la Palabra
Lunes, XVI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas del día: Ex 14, 5–18; Sal. Ex 15, 1–6; Mt 12, 38–42.
Comentario:
El santo evangelio de hoy nos trae un diálogo entre los escribas y fariseos con Jesucristo; ellos, presumiendo conocer todo sobre Dios le piden a Jesucristo una señal para ellos decidir si Él era hijo de Dios o no; pues, veían en él, solo a un israelita más, a un hombre más.
Esta puede ser la enfermedad espiritual que afecta a las religiones, sectas y personas que rechazan que Cristo es Dios. Sufren de condiciones muy semejantes a las de aquellos judíos que, teniendo en las Sagradas Escrituras y en la misma persona y hechos de Jesucristo las evidencias de su divinidad, no lo aceptan, porque primero son para ellos sus objetivos personales.
Los fariseos y escribas, fingiendo admiración y deseos de conocerle, le dicen a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo hecho por ti» (Mt 12, 38). ¿Un signo de qué?, ¿de ser Dios?. Le dicen “Maestro”, no por darle crédito a su Persona y a su Palabra, sino por jugarle una trampa y tener de que acusarle y condenarle a muerte. Pero Él, viendo la hipocresía y la farsa de tal adulación, les niega la señal de divinidad que ellos le piden y les entrega la que realmente les demostrará lo que solo Dios puede hacer: Su resurrección y su poder sobre la muerte.
San Pedro Crisólogo, padre de la Iglesia y mártir italiano que vivió entre los siglos IV y V, uno de los oradores más famosos que ha tenido la historia de la Iglesia, escribió una magistral exégesis de este texto evangélico de hoy, y con su sabiduría, nos ayudará a ver que, con su Encarnación, Dios revela de modo perfecto, su divinidad y santidad:
“El mismo Señor, para tomar la condición y un rostro humano ¿no ha huido de la condición y el aspecto de la divinidad? Así lo dice el apóstol Pablo: «Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo» (Flp 2, 6-7). El que es el Señor ha revestido la condición de Servidor; para pasar desapercibido en el mundo, para vencer al demonio, él mismo huyó en el hombre… Dios está en todas partes: es imposible escapar de él; para «huir lejos de la faz de Dios», no en un lugar sino en cierta manera por el aspecto, Cristo se refugió en el rostro totalmente asumido de nuestra servidumbre”._
“El texto sigue: «Jonás bajó a Jope para huir a Tarsis.» El que desciende, es éste: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo» (Jn 3, 13). El Señor bajó del cielo a la tierra, Dios bajó hasta el hombre, el todopoderoso bajó hasta nuestra servidumbre. Pero Jonás que bajó hasta la nave tuvo que subir a ella para viajar; así Cristo, bajado hasta el mundo, subió, por las virtudes y milagros, a la nave de su Iglesia”. (1)
Para compartir:
1.- ¿En qué sentido la Encarnación de Cristo es la fundamentación de su misma condición Divina?
2.- ¿Qué grupos de esta generación mantienen hacia Cristo una posición semejante a la de los fariseos y escribas del relato evangélico de hoy?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
Fuente:
(1) Documento en línea: San Pedro Crisólogo, obispo Sermón: De la muerte a la vida; Serm. 3 : PL 52, 303-306, CCL 24, 211-215. [deiverbum.org/mt-12_38-42/]