XI Sem. T. Ordinario
Comentario:
El Evangelio de hoy nos previene de una falsa doctrina que ha hecho muy popular en las últimas décadas, llamada Teología o Evangelio de la Prosperidad, según la cual Dios colma de bendiciones a quien tenga prosperidad económica y financiera si le entrega, a través del pastor, la mayor cantidad posible de bienes y de dinero; y no le permitirá conocer en adelante ni tribulaciones, ni sufrimientos, ni necesidades; como si solamente existieran bendiciones y misericordia de Dios para los que amasan fortunas, y un olvido o castigo para los que se encuentran entre necesidades materiales y pobreza económica. Uno de los principales precursores de este movimiento pseudo cristiano es el pastor protestante y metafísico llamado Essek William Kenyon.
Más que teología o evangelio… yo la llamaría más bien, la ‘venda de la prosperidad’, porque es que realmente deja ciega a la persona ante lo inevitable de la fragilidad humana: un día tenemos salud, y otro día estamos enfermos; un día tenemos para comer, y otro pasamos hambre; un día tenemos dinero de sobra, y otro, tal vez, tengamos que pedir prestado; un día andamos rodeados de mucho amor y gente que nos alaga y adula, y otro sufrimos la soledad y la traición. ¡Así de imprevisible es la vida! Y prometerle a alguien, que en adelante no va a conocer de sufrimiento y necesidad, es realmente un vendarle los ojos para engañarle… ¿Y todo para qué?, para que luego, cuando las cosas se salgan de control y desmoronen nuestras seguridades, apuntemos toda la culpabilidad a Dios, como si hubiese sido Él quien nos hubiera prometido lo que en realidad no fueron sino fantasías y seducciones de un falso pastor que nos ilusionó con promesas que no venían de Dios sino del padre del engaño y la mentira, el diablo. Detrás del falso evangelio de la prosperidad lo que se encuentra escondida, tal cual maniobra del diablo, es la ponzoñosa tentación de la ambición, del amor al dinero por encima del amor a Dios y al prójimo.
Muy oportuna es la advertencia que nos hace el Señor en el Evangelio de hoy:
“No podéis servir a Dios y al dinero. Y todo el resto del texto, en el que se nos encomienda poner toda nuestra confianza en Aquel que viste a las aves y a las flores del campo con bellos colores y nunca les deja sin alimento. Y nos dice ¿no valen ustedes más que ellos? ¿No hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? No anden entonces agobiados pensando qué vas a comer, o que van a beber, o con qué se van a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso.
Sobre todo, busquen primero el reino de Dios y su justicia; lo demás se les dará por añadidura.” (Mt 6, 24-33).
Para compartir:
1.- ¿Por qué el dinero y la prosperidad económica no pueden garantizarle a una persona la felicidad?
2.- ¿Qué es lo que realmente, y sin engaño alguno, le proporciona a las personas gozo, dicha y felicidad, ahora y para siempre?
Elaborada por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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