De frente al misterio pascual, Francisco insta a «sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras».
Invitó también a sentir compasión por las víctimas «de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra».