Un pasaje bíblico, evoca que, en tiempos próximos a la pasión de Jesucristo, se suscitó una situación que nos debe de generar un aprendizaje significativo sobre cómo debemos, los cristianos, enfrentar los momentos de prueba. Esto acaeció hace más de dos mil (2000) años, y se encuentra hoy más vigente que nunca.
Antes de profundizar en aspectos de orden teológico, filosófico y demás temáticas vinculantes, los invito a tomar conciencia sobre nuestra condición humana, y sobre el hecho de que disponemos de una herramienta, que como cristianos podemos usar para el combate espiritual y enfrentar aquellos momentos complejos que pueden menoscabar nuestro bienestar. Esto es:
La encarnación de Jesucristo en la Virgen María.
Esto le dio una naturaleza humana, con las diversas limitaciones y complejidades que esto conlleva. Pese al origen divino de Jesús, Él se apropió del uso de esta herramienta poderosa, la cual le permitió confrontar diversos momentos difíciles, de tentación, de duda, temor entre otras circunstancias que nos son muy cercanas y que enfrentamos en el diario vivir.
Prueba de esta afirmación, la podemos encontrar en los textos sagrados:
Tras la celebración de la Santa Cena, en el evangelio de San Mateo, capítulo 26, versículo 36, se señala lo siguiente: <<Entonces fue Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar”>>.
En los versículos posteriores del mismo capítulo, podrá leerse como en un momento de gran aflicción; donde Jesús tenía plena conciencia de que enfrentaría su muerte, ora al Padre y ruega para tener consuelo ante su tristeza y angustia. Esto lo realiza hasta en tres ocasiones, insiste en la oración, como una forma de comunicación directa y franca a Dios que nos escucha como hijos suyos que somos. Ciertamente esto es una práctica que estamos llamados a emular.
En la misma Santa Cena, el propio Jesús además de la instauración de la Santa Eucaristía, nos otorga un regalo maravilloso, la oración del Padre Nuestro, siendo estas referencias claras, en virtud de interpretar que es la oración la herramienta que podemos usar en nuestro diario vivir y aún con más ahínco en las situaciones difíciles.
De forma paralela a esto, es vital tener la certeza plena de que Dios escucha nuestras oraciones.
Son diversos los pasajes de la Biblia en que dicha afirmación es confirmada, por ejemplo, en el Salmo 145, versículo 19 se puede leer con claridad: “[Dios] Cumple los deseos de sus leales, escucha su clamor y los libera”.
Nuestra naturaleza humana tiene implícitas diversas restricciones y debemos entender que existe una voluntad Divina, la cual debe regir nuestra vida y que pese a esto, esta proximidad a Dios, no representa, bajo ningún concepto, que las situaciones complejas no estarán presentes en nuestras vidas. Nunca debemos olvidar que la oración puede transformar realidades, así como dar consuelo y paz en la tormenta.
Para compartir:
1.- ¿Cómo podemos usar la oración como herramienta para enfrentar las pruebas?
2.- ¿Qué papel juega la fe en los momentos difíciles?
Autor:
Víctor Solano Quirós, mfc