Esto te dice la Palabra de Dios:
”Israel desesperó en el desierto ante el hambre y la sed, murmuró contra Dios: ¿Quién nos dará carne para comer? ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en Egipto, y de los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos!” (Nm 11, 1-35).
No te impacientes ni te enojes contra Dios. Él es fiel, su amor por ti es superior a lo que puedas imaginar. Di más bien como el profeta Miqueas: “Yo miro hacia Yahveh, espero en el Dios de mi salvación. Mi Dios me escuchara” (Mi 7, 7), o como dice en el libro de Lamentaciones:
”El amor de Yahveh no se ha acabado, ni se ha agotado su ternura; cada mañana se renuevan, ¡grande es tu lealtad! “¡Mi porción es Yahveh” dice mi alma, “por eso en él espero”!. Bueno es Yahveh para quien en él espera, para el alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Yahveh” (Lam 3, 25-26).
Dicen algunos: “¡Dios tarda, pero no olvida!”. Da la impresión, con ese decir, que Dios está muy ocupado y por eso no atiende. Eso es desconocer a Dios.
Debería decirse, tal vez y, correctamente: “Yo soy precipitado y quiero soluciones rápidas, sin cambios en mí forma de ser, sin pasar por revisar, reconocer y enmendar errores”. O, también, porque pretendemos equivocadamente que otras personas cambien su modo de actuar como si fuera prender un bombillo con tan solo tocar un encendedor.
1.- ¿Por qué la impaciencia y el desconocimiento de Dios conducen fácilmente a la desesperación?
2.- ¿Qué testimonio y enseñanza te han dejado los textos bíblicos de esta enseñanza de hoy?