Aunque te sorprenda, podemos aprender a aprovechar y ver las críticas como una herramienta para el crecimiento y progreso personal y no como una amenaza para nuestra seguridad. Por ejemplo para adquirir la humildad, como el rey David cuando se humilló y guardó silencio pacientemente ante las ofensas, maldiciones y las piedras que Semeí, de la casa de Saúl, le lanzaba mientras iba de camino huyendo de su hijo Absalón que lo buscaba para matarlo (cf. 2S 16, 5-14).
Pero, ¿si nos critican de manera injusta?, ¿si lo hacen sin caridad?, ¿diciendo mentiras?, ¿si lo que dicen no es verdad? No desperdiciemos el 5, el 10, el 20 o el 30 por ciento (%) útil, por el 70 % o más de calumnia, ofensa, injuria, irrespeto, falta de caridad o maltrato en las críticas que recibimos por lo que somos, decidimos o hacemos. Y, aunque el 100% sea mentira y calumnia, al menos eso sirva para ponerle freno y mansedumbre a nuestra rápida costumbre de reaccionar y justificar nuestra ira, rabia y agresividad. Tal vez Dios está permitiendo todo aquello como ocasión de gracia para aplacar y vencer el propio orgullo y la soberbia.
Bien nos hace un poco de serenidad y mansedumbre; porque, cuando somos criticados se nos olvida muy fácilmente que a menudo también criticamos a los demás, y quizá, hasta de peor manera a como lo están haciendo con nosotros.
Tengamos muy presente esta instrucción que nos da la palabra de Dios: ”Que hay calumnia a menudo, no creas todo lo que se dice. A veces se resbala uno sin querer, y ¿quién no ha pecado con su lengua?” (Si 19, 15-16).
No nos suceda aquello que advierte nuestro Señor Jesucristo a través del apóstol:
”Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo. Porque si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Examine cada cual su propia conducta y entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para glorificarse, pues cada uno tiene que llevar su propia carga” (Ga 6, 1-5).
Para compartir:
1.- ¿Por qué se nos hace tan fácil criticar a otros, y tan difícil aceptar las críticas que nos hacen los demás?
2.- ¿En qué nos benefician las críticas?
Autor:
Pbro. Héctor Pernía, mfc