Pbro. Héctor Pernía, mfc
El matrimonio tiene su origen en Dios;
(184) visitemos ahora la Biblia y dejemos que la Palabra de Dios sea quien nos transforme el propio modo de pensar y actuar[1]:
- Es ordenado por Dios (cf. Gn 1,28; Gn 2,18; Tb 8,5-7; Mt 19,6).
- Es análogo a Cristo y su Iglesia (cf. Ef 5,21-23).
- Dos en una sola carne (cf. Gn 2,23-24; Mt 19,3-6; Ef 5,31).
- Los cónyuges deben respetarse mutuamente (cf. 1Cor 7,4; Ef 5,21-25; Ef 5,33; Col 3,18-19).
- La unión es santa (cf. 1Cor 7,13-14; Ef 5,25-26).
- Para la procreación de hijos (cf. Gn 1,28).
- La continencia es buena por períodos breves (cf. 1Cor 7,1-5).
- Los hijos son una bendición de Dios (cf. Gn 24,60; Gn 30,1-3; Sal 127,3; 1Sam 1,6; Lc 1,25).
- El divorcio no está permitido (cf. Mt 5,32; Mt 19,9; Mc 10,2-12; Lc 16,18; 1Cor 7,10).
- La muerte disuelve el matrimonio (cf. Rm 7,2; 1Cor 7,39).
Indiferencia y oposición frontal al Sacramento del Matrimonio.
(185) En los países donde se acostumbraron a las uniones transitorias, a rechazar el Sacramento del Matrimonio y la fidelidad conyugal entre hombre y mujer; donde las leyes comenzaron a promover y a aprobar pecados de inmoralidad como la ideología de género, el falso ‘matrimonio gay’, el homosexualismo, lesbianismo, los transexuales, los bisexuales e intersexuales, el adulterio, y el adoptar mascotas en lugar de engendrar hijos o el tratar a los hijos como si estos fueran mascotas, se ha visto reducirse drásticamente el nacimiento de niños y el relevo poblacional.
Aunque las leyes de hombres intenten borrarle su calificativo de pecado a esas nocivas desviaciones, esas leyes sólo representan a la pequeña minoría que las impuso. Tales prácticas seguirán siendo pecados.
En ese tipo de generación ya no se sabe que es realmente lo bueno y lo malo. El caos y la confusión moral se expande tal cual epidemia; apenas unos pocos pretenden someter su propio derrumbe moral a las mayorías mediante el apoderamiento de las leyes; el desprecio y la descalificación hacia los cristianos se erige en hostil dictadura; el egoísmo se convierte en el principal mandamiento a vivir. Todo lo de Dios lo invierten; y los más vulnerados, afectados e indefensos, son siempre los niños.
Son sociedades que se auto envejecen progresivamente y se mueren en el pasar de pocos años por oponerse a dejar descendencia. No es necesaria una guerra con un enemigo foráneo que les extermine los habitantes; esas mismas naciones y esos pueblos con sus leyes pro-antojos-de-adultos y anti-niños se auto aniquilan.
El adulto que devalúa el matrimonio, se auto devalúa.
(186) ¡Cada vez se va volviendo menos humano! Los adultos, y no los niños, son los que ocupan puestos de poder. En estos últimos tiempos, han acelerado la aprobación de leyes y de modos de vida que amenazan con disolver el valor de la familia, alterar la naturaleza y el concepto del matrimonio, que pisan los derechos y la vida de los niños; y pretenden imponer a toda la sociedad, de manera intolerante, las pasiones e instintos de unos pocos. Lo animal y lo depravado lo exaltan y liberan, y lo humano y más indefenso lo amordazan y destruyen. ¿Y la Iglesia? ¡Censura con ella! ¡De broma y apenas la dejan hablar dentro de las sacristías!
Herodes se ha multiplicado en políticas y políticos pro-aborto.
(187) Es paradójico encontrar grupos supuestamente ecologistas derramando lágrimas de cocodrilo por salvar un perro, un gato, o una rama de un árbol; y al mismo tiempo, arremetiendo violentamente contra personas que públicamente denuncian el aborto. ¡Mundo al revés!
¿No tienen más importancia los niños que los animales o las plantas? ¿Qué son las leyes pro aborto y el reemplazo de niños por mascotas, sino nuevos Herodes disfrazados de defensores de derechos, que pretenden el perverso plan de hacer desaparecer de la sociedad los recién nacidos y así organizar un mundo acomodado a complacer los mezquinos y egoístas deseos de un reducido grupo de personas? Las tinieblas invaden el mundo para convertir en asesina a toda una sociedad en su conjunto.
La aniquilación de la familia es el comienzo de la ruina para cualquier nación.
(188) Dice en la Palabra de Dios: “Cada uno es tentado por su propio deseo que lo arrastra y lo seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado; el pecado crece y, al final, engendra la muerte” (Stgo 1,14-15).
El demonio ha desatado su furor seduciendo y controlando a los líderes de las naciones hasta lograr que legalicen pecados anti-familia, anti-niños, con parámetros que pretenden influir y conducir el futuro y la conducta de todas las personas. Han pervertido a muchos hijos de Dios desviándoles la conciencia; les han hecho creer que las obras del mal que hacen son buenas porque las aprueba, las ampara y las defienden las leyes de sus gobiernos.
Tales pueblos y jefes de Estado han de detener su ciego, pero no irreversible camino al abismo; han de evaluarse en el espejo de otros centros de poder que en el pasado, a partir de su depravación moral y su desafío a Dios, vieron el comienzo de su propia caída y derrumbe. En el imperio romano, por ejemplo, el homosexualismo, la depravación moral y el asesinato de niños alcanzó a penetrar y establecerse en los modos de vida y en los dictámenes de sus propios emperadores. Tal descomposición se convirtió, con el tiempo, en la causa de su propia caída.
El arrepentimiento del rey y el llamado a la conversión a toda la población, trajo la salvación y el perdón de Dios a la ciudad de Nínive (Jon 3,3-10). Hoy también la puede traer a cualquier nación que se aparte de sus caminos del mal convertidos en ley y costumbre de todos.
La historia es como una maestra y esto enseña: los pueblos que se hacen enemigos del nacimiento y de la sana educación de los niños son luego invadidos y dominados por otros pueblos. Los prudentes corrigen y triunfan, mientras los necios se hunden con el peso de sus propios tropiezos.
Padre y madre: dos escudos en manos de Dios para proteger y bendecir los niños.
El matrimonio, según el plan de Dios, es una sabia y hermosa iniciativa divina para proveerle de protección a los niños desde el mismo momento de su gestación y durante su crecimiento hasta que puedan valerse por sí mismos. Allí está la cuna de la supervivencia de la sociedad; de allí vendrán futuros buenos cristianos y honrados ciudadanos.
Para muestras de prueba: María y José con el niño Jesús ante las locuras que cometió el rey Herodes para eliminarlo. ¿Qué habría sido del niño Jesús de no haber sido por María y José? ¿Qué habría sido de María y el niño Jesús solos sin José? O, también: ¿Qué habría sido de Andrea Bocelli, el virtuoso y reconocido cantante italiano, si su mamá hubiese llevado a cabo el plan que tenía de abortarlo? Recuerda y cuenta tus propios casos conocidos.
[1] CONCORDANCIA DOCTRINAL CATÓLICA, “Confirmación”, en «e-Sword, en «Matrimonio».
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