Liturgia<📖> Apologética
De la Liturgia de la Palabra.
Fecha: 21 de enero de 2019
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Comentario:
- Los sacerdotes católicos: Hoy nos encontramos con uno de los rasgos más íntimos, santos y hermosos de Dios: el sacerdocio. La gente conoce muy poco del sacerdocio de sus párrocos, porque no saben cuál es el origen del sacerdocio. Estaba una vez en Maracaibo (Venezuela), evangelizando de casa en casa, y una señora me dijo: “¿Para qué confesarse con un sacerdote si son hombres y más pecadores que nosotros? Por eso yo me confieso directamente con Dios.” Da tristeza tener que decir que no sólo los protestantes piensan así, sino que muchos que dicen ser católicos, también. A aquella señora le di la Biblia para que leyera el mismo pasaje que hoy nos trae la primera lectura (Hb 5, 1-11), y justo al terminar de leerlo, dijo: ”¡Caramba. Esto sí está interesante! Yo no había visto nunca a los sacerdotes de esta manera. Son humanos y frágiles igual que nosotros; y así los quiso Dios para que fuesen sus sacerdotes. Qué hermosa y grande es la misericordia de Dios”.
El sacerdocio de Cristo:
No es un sacerdocio separado del sacerdocio católico, dado que en la Nueva Alianza hay un único y eterno sacerdocio: el de CRISTO. Dios Padre, a su Hijo lo exaltó por sobre todo nombre diciéndole: “ Tú eres sacerdote para la eternidad, a la manera de Melquisedec.” (Sal 110, 4; Hb 5, 6), y a ese sacerdocio pertenecen y en ese sacerdocio participan todos los miembros de su Cuerpo; es decir: los bautizados (cf. Col 1, 18-25; Ef 1, 22-23; 1Pe 2, 5. 9; Ap 1, 6; 5, 10). Pero no todos sus miembros participan de igual forma en su sacerdocio: a unos les dio el encargo del ministerio pastoral, para regir su rebaño (a los apóstoles, obispos, presbíteros y diáconos), y a otros les dio el encargo de construir su Reino, cada uno actuando y viviendo como él en la vocación particular a la que ha sido llamado para ser fermentos del Reino de Dios en el mundo.
Nadie puede atribuirse a sí mismo ser sacerdote
El don del sacerdocio es tan sagrado y sobrenatural, que nuestras cabecitas quedan miopes para ver su alcance y profundidad. Del propio Jesucristo dice hoy la Palabra de Dios: ”Tampoco Cristo se atribuyó el honor de ser Sumo Sacerdote, sino que lo recibió de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy». (Hb 5, 5). Me atrevería a decir que cuando Dios da la vocación al sacerdocio a uno de sus hijos, le está confiando lo más íntimo suyo; se da a sí mismo, se encarna en su elegido. Esto denuncia y deja al descubierto, el engaño de muchos que a cuenta propia se atribuyen el oficio de pastores. ¡Tales son farsantes y usurpadores!
Preguntas para compartir:
1. ¿Por qué a muchas personas se les dificulta el poder comprender la dignidad y grandeza del sacerdocio?
2. ¿Qué sientes por el sacerdocio? ¿Cómo te expresas de él? ¿Lo conoces?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc
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