(Diálogo inspirado en el encuentro
entre el Etíope y Felipe en Hch 8, 26)
ETÍOPE: ¿Felipe, son iguales los sacerdotes de la Iglesia Católica a los del Antiguo Testamento?
FELIPE: No Etíope. Todo cambió con Jesucristo. Es Jesús mismo quien da inicio a un nuevo sacerdocio y para ello no busca a los sacerdotes de la Antigua Ley; Él escoge a nuevos hombres para su proyecto, pues «hay que echar el vino nuevo en jarros nuevos…» (Mt 9,17), y para desempeñar este importante rol dentro de la Iglesia naciente, Él elige y envía a los apóstoles (Jn 20,21); quienes posteriormente, atendiendo las necesidades generadas por la propagación del Evangelio, instituyen presbíteros en todas las comunidades (Hch 14,23; Tit 1,5;2Tim 1,6-14), encargados de administrar los sacramentos también yendo a los hogares (Stgo 5,14).
ETÍOPE: ¿Y por qué los sacerdotes no se casan?
FELIPE: El celibato también está en la Biblia y es un don entregado por Dios a quienes Él llama (Mt 19,10-12); no es un mandato, pero sí podemos ver como Pablo lo recomienda (1Cor 7,6-7) y para ejercer el ministerio es sumamente necesario que sacerdotes y religios@s le entreguen totalmente su amor a Jesucristo y tengan disponibilidad plena para atender al pueblo de Dios (1Cor 7,32-35). En la Iglesia católica el celibato es mandado por la Tradición y el Magisterio. Muchos son los casos de pastores casados que descuidan a sus hijos y a su propia familia por atender el ministerio y viceversa.
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