Martes, VII Semana del T Ordinario.
Comentario:
Hoy Jesucristo nos sorprende, en la Liturgia de la Palabra, presentando a los niños como REQUISITO, EXIGENCIA Y MODELO para poder recibirle. Dijo a sus Apóstoles:
«Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos. Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado.» (Mc 9, 35-37)
Muchas veces nos engañamos y hacemos mucho daño cuando vivimos creyendo que los que se salvan son los que andamos siempre ocupados y trabajando en la evangelización o en reuniones de la Iglesia, o cuando sabemos la Biblia de punta a punta, o cuando ocupamos un cargo o un servicio en la Iglesia.
Hoy Jesucristo nos pide reflexión, tanto a católicos como a denominaciones no católicas, porque decimos que servimos a Dios mientras al mismo tiempo vivimos en guerras internas porque dejamos que nos dominen las pasiones y nos gobiernen espíritus del mal: entre riñas, envidias, intrigas, luchas de poder.
Jesús nos pide hoy la humildad y la propia humillación; la sencillez y la pureza característica de los niños, que lloran, se enfadan, pero en cosa de minutos los vemos de nuevo sonriendo, abrazando, jugando.
Hay de aquellas denominaciones o personas auto llamadas ‘cristianas’ que excecran de entre sus hermanos a los niños, les impiden el bautismo, negándoles su santo derecho y necesidad de entrar y pertenecer al cuerpo de Cristo. No logran ver las tinieblas que les impiden ver en los pequeñitos los maestros elegidos por Dios para enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida, a Jesucristo.
Son los niños, y no los adultos, los que nos enseñan a recibir a CRISTO. Entonces, ¿por qué algunos pretenden negarles el bautismo?
Para compartir:
1. ¿Qué características de los niños son ejemplo para los cristianos adultos?
2. ¿Cómo enriquece en la Iglesia la participación de los niños en el bautismo?. ¿En qué la afecta negárselo?
Elaborada por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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