Apologética en la Liturgia de la Palabra
Miércoles Santo.
Lecturas del día: Is 50, 4–9a; Sal 68, 8–10. 21–22. 31. 33–34; Mt 26, 14–25.
Comentario:
A las puertas del Tríduo Pascual, la Palabra de Dios de este día (Is 50, 4-9; Mt 26, 14-25) nos invita a confrontar nuestra vida con la persona de Judas Iscariote, sus acciones y actitudes ante Jesús. Y apologéticamente hay mucho qué comprender.
Podrían analizarse varios elementos, sin embargo, es necesario que – tal y como lo dice el título de la publicación – nos centremos en la comprensión de lo que San Pablo llama como «El Misterio de la Iniquidad», el cual nos puede ayudar a entender un poco más aquello que Judas llevó a cabo contra Jesús y contra sí mismo.
Con estas palabras, el Apóstol San Pablo en 2Tes 2, 7 menciona con este término la acción del Mal en las personas y en el mundo. Y este Misterio de Iniquidad es el que vemos actuar en el corazón y los actos de Judas Iscariote.
La vida de cada persona y de cada bautizado está expuesta a este Misterio. Sin embargo, la clave de todo está en la propia libertad: libertad que Judas tuvo en todo momento y que – por lo tanto – no puede hablarse de una predestinación en el sentido de que Judas hubiera sido creado para condenarse, sino que, incluso, a pesar de su traición, estaba llamado a convertirse.
Muchas de las veces los cristianos – católicos o no – so pretexto de la misericordia de Dios – no viven una conversión plena y pueden vivir una fe sin transformación del corazón. Por eso, la Salvación de Jesús no es una garantía para aquel que vive con el corazón endurecido. Más aún, cuando no se acepta la Conversión plena, pueden las personas vivir en pecado creyendo que hacen la Voluntad de Dios, como pudo haberlo pensado Judas Iscariote y los Sumos Sacerdotes al matar a Jesús como si hubiera sido un blasfemo.
Por lo tanto, procuremos reconocer lo que San Pablo decía: si el Pecado actúa en nuestras vidas, por consecuencia necesitamos vivir adheridos a Jesús para que crucificados con Él, vivamos en la Fuerza del Poder de su Resurrección, venciendo en nuestras vidas el Misterio de la Iniquidad.
Para compartir:
1.- ¿Se puede invocar la Misericordia para justificar tus pecados?
2.- ¿Has caído en la idea protestante de que hay personas que nacieron para condenarse?
Elaborado por:
P. Christopher Cortés, mfc