Pbro. Héctor Pernía, mfc
¿Existe el infierno, o la aniquilación del alma según creen algunas denominaciones protestantes?[1]
(312) Es frecuente escuchar negar la existencia del infierno a miembros de grupos como los Testigos de Jehová o adventistas del séptimo día. Pero veamos lo que dice la cita Mal 3,1: “Pero ya llega el día ardiente como un horno. Todos los orgullosos y los que hacen mal serán quemados como paja por el fuego ese día, no quedará de ellos ramas ni raíces”. El texto se refiere al “día del Señor”, día del juicio, y es una forma metafórica, de la expresión “día abrazador como horno”, “rastrojo”, “raíz” y “rama”, como confirmando lo terrible de aquel día para los malvados en que serán juzgados y echados al infierno. Sin embargo, ellos traducen como Gehena, lo cual es algo así como un horno que aniquilará el alma de los injustos.
Gehena, empero, es el “lago de fuego – estanque de fuego” o lugar de eterna condenación para los impíos. Esto es lo que nosotros llamamos habitualmente infierno (cf. Mc 9,43-47; Is 66,24), donde su gusano no morirá y el fuego que los quema no se apagará. Lo leemos en Mt 10,28: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena”. También en Mt 23,33: «¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar de la condenación de la gehena?”
¿Hay más evidencias bíblicas que hablen del infierno?[2]:
(313) Preparado para el diablo y sus ángeles (cf. Mt 25,41; Ap 14,9-11).
Un lugar de tinieblas y silencio (cf. Sal 88,6; Sal 115,17; Mt 8,12; Mt 25,30; 2Pe 2,17; Jd 1,13).
Llamado un abismo (cf. Sal 88,6; 2Pe 2,4).
Llamado una prisión (cf. Job 38,17; Is 24,22).
Un lugar de aflicción y tormento (cf. Dn 12,2; Mt 8,11-12; Mt 13,42; Mt 22,13; Lc 13,24-28; Ap 14,9-11; Ap 19,20).
Exclusión de la presencia de Dios (cf. Mt 5 20; 1Cor 6,9-11; Gal 5,21; 2Te 1,9).
Los fuegos del infierno (cf. Mt 5,22; Mt 18,9; Mt 25,41; Stg 3,6; Jud 1,7; Ap 20,10; Ap 21,8).
EL infierno es la retribución del pecado (cf. Is 3,11; Rm 2,6; Rm 6,21-23; 1Cor 6,9-10; Gal 6,7; Stg 1,15).
Castigo por rechazar voluntariamente la gracia de Dios (cf. Jn 12,48; Rm 2,5; 2Te 1,8; Hb 2,2-3; Hb 6,4-6; Hb 10,26-29).
Sin más oportunidad de arrepentimiento (cf. Hb 12,17).
[1] SANDRA RODRÍGUEZ, mfc., Ibid.
[2] CONCORDANCIA DOCTRINAL CATÓLICA, “El Infierno”, e-Sword. Op. cit.