Dios en tiempos de prueba no es indiferente a la crisis, a los dolores de la vida humana… Es hermoso ir encontrando cuáles son las distintas respuestas que Dios nos da a través de su Palabra.
Si Dios permite para nosotros esas dificultades es porque tiene la certeza de que es el camino para nuestro mayor bien; al principio, no parece una bendición, “es verdad que toda corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella” (Hebreos 12,11). Cuando estamos viviendo algún sufrimiento parece un castigo y no una bendición, por lo que el proceso no esta en automático, pero si es muy fecundo, por ello es necesario preparar el corazón.
Es hermoso vivir el tiempo malo como preparación para un tiempo mejor, esto no es un suicidio del alma sino preparar el corazon: “Los que esperan en mí no quedan defraudados” (Sal 25,3-5). Hay una fuente de consuelo en Dios “Bendito sea Dios, que nos consuela en toda ocasión” (2 cor. 1, 3-4).
Dios no es un capitán despótico de explotarnos, Él nos invita a aguardar en la noche y nos da una lamparita. Es una expresión de amor a los que esperan en Él. Dios es tan bueno que nos ofrece una lámpara… es el consuelo de Dios.
El verdadero cristiano no es el que está a punto de estallar. De manera que hay que rogar el consuelo vivo de Dios, dejar a un lado el dolor y ayudar; tener tiempo para lo pequeño; “arrojaos las preocupación en Cristo porque él se interesa por nosotros” (1 P 5,7) porque “Yo les voy a dar una alegría que el mundo no les va a dar, da fuerza al cansado, acrecienta vigor del invalido, los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas marchan sin fatigarse” (Is 40, 29- 31).
Duele más la desesperanza que la desesperación, sin una fuerza superior es muy difícil vivir en esta tierra. El corazón humano está hecho para el infinito, es por ello que San Agustín aludía “nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” en efecto, necesitamos el gran ¿para qué de todo? Porque el mundo está lleno de absurdos.
Se necesita algo diferente, necesitamos un fuego distinto, una gracia, y eso es lo que nos brinda Dios a través de su consuelo, en especial en tiempo de prueba, “todo lo puedo en Él que me fortalece” (Flp 4,13-15).
Es importante pedirle al Señor esa lámpara, que nos deje mirar este momento de nuestras vida con sus lámparas.
“Ezequiel fue a visitar a los desterrados, llenos de rabia y confusión, estuvo siete días sin hablar” (Ez 3,4-17) Necesitamos silencio, nuestras propias palabras no pueden crear luz. “Dios nos consuela en todos nuestros sufrimientos para que también nosotros podamos consolar a quienes sufren, dándoles el mismo consuelo” (2Cor 1-4). Por eso a veces se puede agrandar la herida si se habla de más y a veces Dios ilumina y aparecen respuestas que no imaginamos.
Para compartir:
1.- ¿Haz descubierto cómo Dios nos prepara el corazón para consolar?
2.- ¿Es necesario muchas palabras para consolar? ¿Vistes la cita biblica que lo fundamenta?
Autor:
Pbro. Luis Ortega, mfc