*Lecturas del día:* Rm 12,5-16; Sal 130, 1.2.3; Lc 14,15-24
*Comentario:*
Nuevamente Pablo usa un lenguaje para la gente sencilla, comparando el cuerpo humano con la Iglesia: *¡El cuerpo místico de Cristo!* Un cuerpo donde todos esos miembros deben actuar conjuntamente, movidos por el amor, la caridad y la vocación a servir. «Somos un solo cuerpo en Cristo». Por ello no debe haber entre nosotros rivalidades, tanto en el que predica, como en el que escribe o el que barre, solo debe brillar su deseo de servir, con amor, entrega y humildad! Así cada uno de nosotros va edificando la Iglesia que es de todos y para todos.
Lamentablemente somos capaces de cambiar a Dios por cualquier cosa. Algunos como nos muestra el evangelio de hoy, por un campo o por unos bueyes. ¡Parece que vale tan poco para nosotros que podemos sustituirlo por lo que sea, parece que tenemos la seguridad de que, el trabajo, los amigos e incluso la familia es más importante que el Señor, y que ésas actividades aparentemente nos garantizan la vida eterna!
Jesús nos invita por tanto a vivir plenamente el evangelio y esa plenitud, hacerla vida con nuestro testimonio, Él mismo nos dice: _»No todo el que me diga Señor, Señor, se salvará»_ *(Mt 7,21)* y caminando en gracia participar de la «Eucaristía», ¡El gran banquete! Donde se congrega todo el cuerpo de Cristo: LA IGLESIA. Llevando una vida que de testimonio de nuestra vocación y amor cristiano !No valen las excusas para cambiar!
El amor manifestado en la forma en que respondamos a ese llamado y reconocernos hermanos entre los servidores de diferentes apostolados, compañeros de trabajo o vecinos. Esto lleva a formar Iglesia y no permitir que muchos de nuestros hermanos se aíslen, por nuestro mal proceder; e, incluso, terminen engañados fuera del cuerpo de Cristo y alejados de lo más importante: la Eucaristía que nos alimenta en un proceso de cambio diario y así evitar ser presas fácil de otras doctrinas.
Hermano no Católico, tú también estás llamado a participar del gran Banquete, que no está reservado a una élite, se ofrece a todos: inteligentes y sanos, cojos y desposeídos, a los más pequeños, y a los más pecadores, no solo a los buenos, eso sería fariseísmo *(cf. Mc 8,15)* La Iglesia Católica, camina e invita, recibe y abraza a todo el que quiera ser parte del Cuerpo de Cristo.
Jesús vino a acoger a pobres y pecadores una ramera antes que un fariseo, el ladrón penitente, al hijo pródigo, tal vez aquellos que nadie invita. Dejemos que el Espíritu Santo se manifieste en cada uno de nosotros para poder ser un reflejo claro de la caridad de Cristo y ser dignos mensajeros e invitados al Banquete del Señor!
*Preguntas para compartir:*
1- _¿Cómo soy testimonio de Jesús en la Iglesia?_
2- _¿Acepto la invitación de Dios y participo del gran banquete o lo sustituyó por mis propios intereses ?_
*Elaborado por:*
Franklin Terán, mfc
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