Lunes, VI Semana de Pascua.
Comentario:
Son incontables los motivos de gozo que un católico ha de llevar en su mente, en su corazón, en su actuar. Hoy en la Palabra de Dios encontramos dos:
1. Los niños sí pueden y sí deben ser bautizados
Lo vemos en la primera lectura, en Hch 16, 14-15, donde leemos que Pablo bautizó a toda la familia completa de una mujer llamada Lidia.
«Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo. Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa. Y nos obligó a ir.»
De no haber bautizado a los niños, Pablo habría advertido por prudencia, diciendo: «¡MENOS A LOS NIÑOS!»
2. Sí aparece en la Biblia la Santísima Trinidad, y el Espíritu Santo es una persona, no una mera fuerza o energía, tal como algunas sectas andan diciendo. Veamos el pasaje biblico:
«Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo». (Jn 15, 26)
Habla el HIJO, refiere al PADRE como persona distinta a Él y anuncia que, en comunión con el Padre, enviará a sus discípulos un Defensor como Él, el ESPÍRITU SANTO, con igual naturaleza divina que el Padre y el Hijo, y con poder y facultades propias de una persona: defender, dar testimonio, para que nosotros también demos el mismo testimonio de comunión.
Para compartir:
1. ¿Cómo nos pide Dios testimoniar en nuestras vidas la comunión entre las tres personas de la Santísima Trinidad?
2. ¿Qué diferencia encuentras en el gozo de un católico y un hermano esperado? Habla por ti; cuenta tu caso a quienes puedas…
Elaborada por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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